Traductor: Ainhoa MuñozRevisor: Florencia Bracamonte Cada vez que respiras,el aire viaja por la tráquea, a través de una serie de canalesllamados bronquios y finalmente llega a unos pequeños racimosde sacos de aire llamados alvéolos. Existen unos 600 millonesde alvéolos en los pulmones: una superficie totalde unos 75 metros cuadrados, el tamaño de una pista de tenis. Estos pequeños sacos de solo una célulade grosor facilitan un intercambio clave: permiten que el oxígeno del aireque respiramos llegue a la sangre y que se elimine el dióxido de carbono. La neumonía provocaestragos en este intercambio. La neumonía es una infecciónde los alvéolos que hace que estos se llenen de líquido. Existen muchas clases distintas de patógenos que pueden causar neumonía. Los más comunesson los virus y las bacterias. Estos invasores microscópicosentran en el cuerpo mediante gotitas que están en el aire que respiramos, o cuando nos tocamos los ojos, la nariz, o la boca después de tocaruna superficie contaminada. Después se enfrentan a la primera líneadefensiva de las vías respiratorias: la función mucociliar. Esta consta de una mucosidadque atrapa a invasores y pelos pequeñitos llamados ciliosque llevan el moco hasta la boca, donde este puede ser expulsado. Pero algunos de estos invasorespueden superar la función mucociliar y llegar a los pulmones,donde se encuentran con los alvéolos. Ya que los alvéolos actúancomo puntos clave de intercambio entre la sangre y el airedel mundo exterior, tienen sus propias clases especialesde glóbulos blancos o macrófagos, que defienden de organismos extrañosenvolviéndolos y comiéndolos. Cuando los patógenosentran en los pulmones los macrófagos trabajan para destruirlos. El sistema inmunitario liberamás glóbulos blancos en los alvéolos para ayudar. Mientras estas células inmunitariasluchan contra los patógenos provocan inflamación y líquidocomo subproducto de la inflamación. Cuando este líquido se acumula, dificulta mucho másel intercambio de gases en los alvéolos. A medida que sube el nivelde dióxido de carbono en la sangre, el cuerpo respira más rápido para tratarde limpiarla y obtener más oxígeno. Esta respiración rápida es uno delos síntomas más comunes de la neumonía. El cuerpo también intenta expulsarel líquido de los alvéolos al toser. Determinar la causa de la neumoníapuede ser difícil, pero una vez definida,los médicos pueden recetar antibióticos, que pueden incluir antibacterianoso tratamientos antivirales. El tratamiento con antibióticosayuda al cuerpo a controlar la infección. A medida que se elimina el patógeno, el cuerpo expulsa o absorbe poco a pocoel líquido y las células muertas. Los peores síntomassuelen desaparecer en una semana, aunque la recuperación totalpuede llevar hasta un mes. Por lo demás, los adultos sanospueden sobrellevar la neumonía en casa. Pero para algunos gruposla neumonía puede ser mucho más grave y requieren hospitalización y oxígeno,ventilación artificial u otras medidas de apoyomientras el cuerpo combate la infección. Fumar daña los cilios: los vuelve menos capaces de eliminarla cantidad normal de moco y secreciones, por no hablar del aumentode volumen asociado a la neumonía. Los trastornos genéticosy autoinmunitarios pueden volverte más propensoa los patógenos que provocan la neumonía. Los niños pequeños y los ancianos también tienen esta función deterioraday un sistema inmunitario más débil. Y si alguien padece neumonía viral, su riesgo de infecciónrespiratoria bacteriana es mayor. Muchas muertes por neumonía se debena la falta de acceso a la atención médica. Pero a veces, inclusocon los cuidados adecuados, el cuerpo entra en una lucha sostenidacontra la infección que no puede mantener, activando las vías inflamatoriasen todo el cuerpo, no solo en los pulmones. Se trata en realidadde un mecanismo de protección, pero tras pasar mucho tiempo en ese estadolos órganos comienzan a apagarse, lo que provoca conmocióny, en ocasiones, la muerte. ¿Cómo podemos prevenir la neumonía? Comer bien, dormir lo suficientey hacer ejercicio ayuda al cuerpo a lucharcontra las infecciones. Las vacunas pueden protegerde los patógenos que causan la neumonía, y lavarse las manos con frecuencia ayuda aprevenir la propagación de esos patógenos y a proteger a los más vulnerablesde la neumonía grave.