No me gusta que me toquen las preposicionesy por eso y porque me lo ha pedido un seguidor del Blog de Lengua en un comentario (JohnEdison Arnedo), hoy voy a hablar de dos problemas que traen de cabeza a mucha gente: dequeísmoy queísmo. Voy a explicarte en qué consisten estos dos fenómenos y te voy a dar un trucopara que no caigas ni en el uno ni en el otro. Y quédate hasta al final porque te vas aenterar de por qué el complemento directo se llama directo y el indirecto, indirecto. Hola, queridos hablantes, soy Alberto Bustosy esto es otro vídeo del Blog de Lengua para hablar y escribir mejor. Vamos a empezar por el dequeísmo. Este consisteen introducir incorrectamente la preposición “de” entre el verbo y la conjunción “que”.O sea, es decir “de que” cuando corresponde solo “que” (de ahí lo de “dequeísmo”).Normalmente el dequeísmo se produce con el verbo, hay algún caso más por ahí, perohoy me voy a conformar con hablar del verbo. A mí me gusta que una cosa quede clara ycuando eso ya está controlado, pasar a lo siguiente. A ver, un ejemplo clásico de dequeísmo:“Pienso de que es necesario buscar una solución”. “Pienso de que”... ahí tenemos un dequeísmocomo la copa de un pino. El verbo “pensar” en este uso es transitivo, o sea, nos estápidiendo un complemento directo. Es “pienso algo” y la preposición “de” no pintanada entre “pensar” y “que”. Es verdad que es un complemento directo un poco complicadoporque es una oración subordinada completa: “que es necesario buscar una solución”,pero es un complemento directo y el complemento directo no puede ir introducido nunca por“de”. Lo correcto en este caso es decir y escribir “Pienso que es necesario buscaruna solución”. El lío viene porque hay verbos que obligatoriamentetienen que llevar preposición y otros que obligatoriamente tienen que ir sin ella. Yesto no podemos cambiarlo. O hay preposición o no hay preposición, pero no podemos irsoltando preposiciones por ahí al buen tuntún. Hay verbos que por fuerza se tienen que construircon la preposición “de”, por ejemplo, “adueñarse de algo, quejarse de algo (ode alguien)”. “Adueñarse” y “quejarse” nos exigen la preposición “de”: “Siemprete adueñas de mi lado de la cama”, “Los alumnos se quejan del frío que hace en lasaulas”. Ahí no podemos quitar la preposición. Si no, esas oraciones están mal construidas.No es “siempre te adueñas mi lado de la cama” ni “los alumnos se quejan el frío”.Hasta aquí, todo bien; pero luego hay otros verbos que no admiten que les pongamos lapreposición “de”, por ejemplo: “temer” y “oír”. Es “me temo que vas a suspender,he oído que va a haber una fiesta de fin de curso”. Si digo “me temo de que vasa suspender” o “he oído de que va a haber una fiesta”, ya la he fastidiado: eso esdequeísmo. La buena noticia es que hay un truco que nosva a permitir evitar el noventa y cinco por ciento de los casos de dequeísmo. El trucoconsiste en sustituir por “eso”. Si la preposición se queda, es que tiene que estarahí y si desaparece, es que no puede estar. Vamos con el ejemplo del principio: “Piensode que es necesario buscar una solución”. Vamos a sustituir lo que viene después delverbo por “eso”: “Pienso eso”. Nadie en su sano juicio diría “Pienso de eso”.Lo que esto nos está indicando es que la preposición tiene que desaparecer de ahíy además a la velocidad de la luz. Lo correcto es “Pienso que es necesario buscar una solución”.Vamos a hacer la prueba con los otros ejemplos. “Opino de que es necesario seguir investigando”:“opino eso”; por tanto, la preposición sobra. “Me temo de que vas a suspender”:“me temo eso”. Tampoco puede haber preposición. Y, por último: “He oído de que va a haberuna fiesta de fin de curso”. “He oído eso”. Preposición fuera. Vamos ahora con el queísmo, que es el reversotenebroso del dequeísmo. Lo de reverso tenebroso lo digo medio en broma, medio en serio porquemucha gente, por miedo al dequeísmo, acaba incurriendo en queísmo. Huyendo de Málaga,acaban en Malagón. Hemos dicho que el dequeísmo consiste en meter una preposición de clavo.El queísmo es lo contrario, es comerse una preposición que obligatoriamente tiene queestar ahí. Más concretamente, el queísmo consiste en suprimir una preposición quees necesaria entre el verbo y la conjunción “que”. La preposición puede ser “de”o puede ser cualquier otra preposición que nos exija un verbo. Y vamos a empezar hablandodel verbo, pero luego vamos a ver también que hay otros casos que son queísmo, aunqueno hay verbo porque el queísmo se nos va a ir complicando. ¡Un ejemplo! ¡Necesitamosahora mismo un ejemplo!: “Me acuerdo que de pequeño me gustaba jugar al escondite”.“Acordarse” es “acordarse de algo”: “Acuérdate de comprar el pan, no me acuerdode tu nombre”... Esa preposición es parte integrante del verbo y no podemos construirla oración sin ella. Lo correcto es: “Me acuerdo de que de pequeño me gustaba jugaral escondite”. El truco de antes nos sigue valiendo. Vamos a sustituir por “eso”:“Me acuerdo de que me gustaba jugar al escondite” > “me acuerdo de eso”. La preposiciónes obligatoria. He dicho que la preposición que se suprimeen el queísmo puede ser “de” o puede ser cualquier otra. Mira este ejemplo, a verqué te parece: “El profesor insistió que era fundamental utilizar bien las preposiciones”.Vamos a hacer la prueba del “eso”: “El profesor insistió en eso”. Claro, “insistir”pide siempre la preposición “en”, así que lo correcto es: “El profesor insistióen que era fundamental utilizar bien las preposiciones”. Y ahora vamos con un par de casos en que seelimina incorrectamente una preposición antes de la conjunción “que”, pero en los queno tenemos verbos. Vamos a empezar con un sustantivo: “No cabe duda que la gramáticaes lo mejor de lo mejor”. Aquí tenemos “duda”, que es un sustantivo, y a continuación“que”. ¿Está todo correcto? Ya te imaginas que no, porque si no, no habría puesto esteejemplo. Sustituimos por “eso”: “No cabe duda de eso”. ¡Vaya! ¡Si nos ha aparecidode pronto una preposición! Lo correcto es “no cabe duda de que la gramática es lomejor de lo mejor”. Y ahora un ejemplo con un adjetivo: “Estoyseguro que a partir de ahora vas a prestar atención a las preposiciones”. La mismaoperación: “Estoy seguro de eso”. Solucionado. Tenemos que decir “estoy seguro de que apartir de ahora vas a prestar atención a las preposiciones”. La prueba del “eso” no es infalible, perosí que nos va a resolver los casos del día a día. Van a ser muy pocos, muy poquitoslos que se nos van a escapar. Al final, la única forma de saber exactamente, con uncien por cien de seguridad, si un verbo necesita preposición, si no la necesita y qué preposiciónnecesita, es utilizar el diccionario; pero para eso ya hace falta tener unos conocimientosde gramática más bien avanzados. Por el momento, nos conformaremos con este pequeñotruco, que nos va a sacar de apuros. Y ahora la curiosidad del día, esa hermosatradición del Blog de Lengua. En este vídeo hemos hablado de complementos directos, pero¿tú sabes por qué el complemento directo se llama complemento directo? Y, ya de paso,¿por qué el indirecto es indirecto? Pues todo tiene que ver con las preposiciones.Hoy la cosa va de preposiciones. El complemento directo es el que se une al verbo directamente,sin pasar por ninguna preposición: “Compra pan”... “Tengo hambre”... Ahí tenemosun verbo y su complemento ¡y no hay preposición que valga! El indirecto, en cambio, siempretiene que pasar por una preposición, normalmente la preposición “a”: “Le regalé unpatinete a mi hermana”. “Un patinete” es el complemento directo y “a mi hermana”el indirecto. Después en español la cosa se complica un poquito más porque sí quehay por ahí algún complemento directo que tiene preposición, pero estos términos términosde “complemento directo”, “complemento indirecto” forman parte de la tradicióngramatical de las lenguas europeas y nosotros los hemos mantenido, aunque haya ahí algúnpequeño desajuste. Por cierto, complemento directo u objeto directo... complemento indirectou objeto indirecto... Da lo mismo. Son dos formas diferentes de decir lo mismo. Puedesutilizar la que más te guste (o la que más le guste a tu profesor). Suscríbete al Blog de Lengua para seguiraprendiendo. ¡Hasta pronto, hablantes!