Traductor: Mónica Martín PalmasRevisor: Lidia Cámara de la Fuente Liberarse de algo les puede hacer imparables. Lo sé porque me liberéde una relación y recuperé mi vida. Y sé que liberarse puede crearel mejor de los cambios para todos y cada uno de Uds. Les contaré una historia. Cuando tenía 41 años, el fin de una relación me enseñó cómo liberarme de algo que no funciona. Hasta entonces, nunca había pensadoseriamente en el futuro. Vivía la vida como un perro, momento a momento. Perseguía pelotas y comíalo que encontraba por el suelo. (Risas) Era una buena vida. Tenía un buen trabajo, grandes amigos,un apartamento espacioso, un perro enorme de verdady un novio genial. Bueno, más o menos. Verán, Hector no ponía toda la carneen el asador, y yo lo notaba. Se iba por las ramas al hablar de matrimonio y tras 12 años de relación, ni siquiera vivíamos juntos. Aun así, me daba esperanzas. Bueno, a veces. Como si vivir una situación sin esperanza fuese lo normal. No me malinterpreten. Seguí con él porque Hector era un chico guapo, listo,de confianza y sensible que se preocupaba, y a pesar de que la relación no era perfecta, en teoría funcionaba. Hasta que una llamada de atenciónde una amiga lo cambió todo. Mi amiga inmobiliaria me llamóy me habló de un condominio que iba a salir a la venta en mi vecindario de Chicago. Ella sabía que yo quería que Hectorse comprometiera y pensó: "Bueno, quizá esto los animea dar un paso más". Aun así, mi primera reacción fue decir:"No estamos listos. Todavía no". Ja, ja. "Todavía no". Esa era la frase favorita de Hector. Yo le decía: "Me gustaría casarme". Y el respondía: "Todavía no". Yo le decía: "Vámonos a vivir juntos" "Todavía no". El "todavía no" era como un peloque no podía sacarme del ojo o una mala canción que no se me iba de la cabeza. Pueden imaginarse mi sorpresa cuando contestó "Por supuesto" a vernos esa tarde en el condominio. Llegué temprano y emocionada. ¿Y Hector? Ja, ja, en su caso fue distinto. Las 12:15. 12:30. 12:45. 1:00 pm. Ni rastro de Hector. Finalmente llamó, le había surgido algo. Acordamos vernos de nuevo a las tres,pero Hector volvió a dejarme plantada. En ese momento decidí que tras 12 años, era momento de liberarme. Tuve que liberarme de Hector y de la idea de casarme con él o con otro porque con 41 años, mis opciones daban miedo. Podía quedarme con un hombreque no se comprometía, pero que era genial en todas las fiestas y cumpleaños, o podía romper con él y quedarme sola. Dejar ir a un buen hombre al que amaba de veras no fue fácil. No, no. Tuve que sobrevivir a las consecuencias de mi epifanía, y ahí entró de pleno la fase del dolor. "Tú y Héctor ya no estarán juntos para siempre. No serás tú la elegida. De hecho, probablemente conocerá a otra rápidamente, se casará con ella y será la elegida. Y tú deberás vivir con el hecho de que cometiste un error". Lloré a mares, comí mucha pizzay escuché mucho a Joni Mitchell. (Risas) Y entonces, cuando ya no podía frotarme más los ojos sin rozar el hueso o imaginar a Hector en su fotode boda con otra mujer, probablemente con un vestidode talla pequeña, me negué a seguir así. Verán, me liberé del miedo a envejecer y morir sola, de que mis amigos me usasencomo ejemplo a evitar, de que ya era demasiado tarde para mí. No, no. En ese momento tuve que reconocer lo que deseaba de verdad, que era tener más. Que Hector no se presentase fue una bendición y me dio libertad porque, seamos sinceros, yo había perseguido esa pelota 12 años. No, no. Era el momento de seguir adelanteincluso si me arriesgaba al rechazo. Tracé un plan que vi más claro con cada paso. Por supuesto, Hector tenía una excusa para no haber aparecido. Pero entonces ya no importaba. Le dije que se había acabado. Dejé mi trabajo, abracé a mis amigos vendí mi bonito condominioen el mismo vecindario que me proporcionóla epifanía que me cambió la vida. Me liberé de todo para empezar una nueva vida en New Hope, Pensilvania. Él me propuso:"No te vayas, casémonos". Y yo le respondí: "Has tenido 12 años". "Vendré a visitarte", insistió. Le respondí: "Todavía no". (Risas) ¿Fue duro? Ja, ja, se lo pueden imaginar. ¿Valió la pena? Al año de marcharme conocía mi esposo Dan en Internet. (Risas) Supe cuando apareció en nuestra primera cita con la camisa más arrugadaque he visto nunca, (Risas) con un gorro para la lluvia para que no me mojase del restaurante al auto, que él era mi hombre. (Risas) Verán, los paraguas son paralos que quieren mantener la distancia. Una racha de viento fuertelos vuelve del revés e incluso los más buenos solo duran hasta entonces. Pero un gorro de lluvia, de esos que tienen una tirapara anudarlo bajo la barbilla... (Risas) Es algo muy personal. Tras cuatro citas, nos enamoramos. Finalmente comprendí por qué había tenido que esperar tanto. Dan era guapo, inteligente, sentimental y amable y me hacía sentir que eracapaz de cualquier cosa. Que éramos capaces. Y nos casamos un año después. (Suspiro) Cuando cumplí 50, Hector murió de cáncer. Como pueden imaginar, sufrí durante mucho tiempo. Pero su muerte reafirmó lo que me prometí con 41 años: que nunca volvería a dar por sentadoque tenía tiempo. En vez de eso, lo usaría para liberarme, para crear espacio para las cosas que realmente queríay para lo que más importaba. Hay cinco maneras de liberarseque sé que funcionan porque las sigo utilizando cada día. Primera. Dejen de tomarse las cosasde manera personal. Pasé mucho tiempo pensando por qué Hectorno me amaba como para casarse conmigo hasta que vi que su incapacidad para comprometerse no tenía que ver conmigo sino con el deber para con su familia. No digo que fuese fácil asumirlo, pero sentí una paz inmensa al saber que era su problemay no un defecto mío. Si la gente no les da lo que quiereno si se comportan mal, muchas veces es su problema, no el de Uds. Segunda. Libérense de lo que piensen los demás. Tras haber salido un par de meses con mi marido, lo llevé a conocer a mis padres. (Risas) "Es muy guapo", dijo mi madre. "¿Sabes? Ted Bundy también es muy guapo". (Risas) Podría haber permitido que estoafectase a mis acciones, (RIsas) podría haber dejado volar la imaginación con escenas de mi nuevo amorapuñalándome mientras dormía. (Risas) En vez de eso, culpé a mi madre. En los negocios hay una regla que dice: Cuando saquen algo ahí fuera, el 10 % de la gente lo detestará, el 80 % se quedará indiferente y el 10 % serán sus fans incondicionales. Los fans incondicionales son geniales, pero si alguien no es un fanincondicional, no pasa nada. Tercera. Dejen de intentar ser quien no son. Yo tengo una gran personalidad alocadaa la que llamo "la Grande". A muchos les gusta la Grande. (Risas) A algunos les fascina de manera similar a los malabaristas. (Risas) Y otros salen corriendo. Pero así es como soy. He intentado desconectar a la Grande de la corriente, pero por mucho que lo intente, ahí sigue. Hay cosas de nosotros mismos que simplemente no podemos cambiar, y eso es bueno. La cuarta. Libérense de la necesidadde ser perfectos. Hace muchos años, escribí un artículo para Shape Magazine y recibí muchos correos de lectores, incluso una carta muy triste de una joven adolescente que me pedía consejo sobre como mejorar después de que su horrendo novio la hiciese desnudarse para poder criticar su cuerpo. Es una historia real. Contesté: "Déjale ahora mismo y nunca permitas que nadie vuelvahacerte sentir mal contigo misma". Todos sabemos que la necesidad de perfección no se limita a nuestro peso. También incluye mantener la casa impecabley los perros bien acicalados, los hijos saludables, los jefes contentos y todo al mismo tiempo. Incluso se trata de mantenerla juventud intacta. ¿Y quién quiere ser amigo de alguien perfecto? Piénsenlo. Y por último, la quinta, ¡Mi favorita! Libérense del "todavía no". Saben, al dejar Chicagola vida me iba bastante bien, pero no lo suficiente. Si hay algo que deseen hacer, tracen un plan y actúen, pero no esperen. Todavía me apena lo de Hector, ¿saben?pero ahora me pasa a ratos. Pero es esa llamada que no puedo hacer la que me recuerda que cada día importa. Y les animo a que hagan lo mismo. Sea lo que sea, les digo:"Vayan a por ello". Gracias. (Aplausos)