Traductor: Sebastian BettiRevisor: Eduardo Sierra Empezaré... Hace un par de años, una organizadora de eventos me llamó porque yo iba a dar una conferencia; me llamó y dijo: "Intento la manera de describirte en el folleto". "Y, ¿cuál es la dificultad?" Y ella: "fundamentalmente te escuché hablar. Iba a llamarte investigadora, pero pensé que si lo hacía, nadie vendría porque pensarían que serías aburrida e irrelevante". (Risas) Y yo "OK". Y ella: "Lo que me gustó de tu conferencia es que cuentas historias. Así que te llamaré cuentacuentos". Y mi parte académica e insegura pensó: "¿Me llamarás qué?" Y ella: "Te llamaré cuentacuentos". Y yo: "¿Y por qué no hada mágica?" (Risas) Y dije: "Déjame pensarlo un segundo". Entonces intenté apelar a mi valentía. Y pensé: soy cuentacuentos y también investigadora cualitativa. Colecciono historias, eso hago. Y tal vez las historias sean solamente datos con alma. Quizá sea sólo una cuentacuentos. Así que dije: "¿Sabes qué? ¿Por qué no escribes que soy una investigadora que narro cuentos?" Y ella: "¡Ja, ja, ja! Eso no existe". (Risas) Así, soy una investigadora que cuenta cuentos. Y les hablaré hoy de la percepción ampliada. Quiero contarles algo sobre mi investigación que fundamentalmente amplió mi percepción y que realmente cambió la manera en que vivo, amo, trabajo y soy madre. Y así empieza mi historia: Cuando era una joven investigadora y estudiante de doctorado, durante mi primer año tuve un profesor que nos dijo: "Esto es así, si no lo puedes medir, no existe". Y yo pensé que solamente me adulaba, y dije:"¿De verdad?" Y él: "Por supuesto". Entiendan que tengo una licenciatura y una maestría en trabajo social y me doctoraba en lo mismo. Esto es que durante toda mi carrera académica estuve rodeada de gente que pensaba: "la vida es desordenada, disfrútala". Y yo más bien pienso: "la vida es desordenada, ordénala, organízala y clasificala en una caja". (Risas) Y así pensaba que había encontrado mi camino, mi profesión y eso me lleva a... como se dice en trabajo social, "entrar en la incomodidad del trabajo". Y soy más de "saca de la cabeza con un golpe la disconformidad y saca buenas notas. Ese fue mi mantra. Estaba muy emocionada y pensé, esta es mi profesión porque me interesan algunos temas confusos para ordenarlos. Quiero entenderlos. Quiero llegar hasta el fondo de ellos porque sé que son importantes y para develar para todos el código. Así que empecé con la noción de conexión Porque cuando eres trabajadora social durante diez años, te das cuenta que si estamos aquí es por la conexión. Es lo que nos da sentido y finalidad a nuestras vidas. De eso se trata. No importa si hablas con gente que trabaja en justicia social o en salud mental, abuso o negligencia. Esa conexión, la habilidad de sentirnos conectados, es nuestra programación neurológica. Por esto estamos aquí. Y pensé, "Comenzaré con la conexión". Bien, ¿conocen esa situación donde su jefa los evalúa... y dice las 37 cosas que están haciendo realmente bien y una que, ya saben, en que tienes una "oportunidad para crecer"? (Risas) Y sólo piensas en esa "oportunidad para crecer," ¿verdad? Pues, aparentemente así se desarrolló mi trabajo también. Porque al preguntar a las personas sobre el amor te hablan de desilusión amorosa. Al preguntar sobre pertenencia, te contarán experiencias muy dolorosas de exclusión. Y al preguntar sobre la conexión me contaron historias de desconexión. Rápidamente (a unas 6 semanas de empezar a investigar), me topé ante esta cosa innombrada que descifró por completo la conexión. De un modo que no entendía y nunca había visto. Di marcha atrás la investigación y me dije: "debo averiguar qué pasa". Y resultó ser la vergüenza. Resultó que -y la vergüenza se entiende fácilmente como el miedo a la desconexión- ¿Existe algo en mí que si otros lo saben o ven, no seré digna de conexión? Lo que les puedo decir es esto: es universal, todos lo sentimos. Las únicas personas que no sienten vergüenza son las incapaces de sentir empatía o conexión humana. Nadie quiere hablar de ello y cuanto menos lo hablas, más lo sientes. Lo que refuerza esta vergüenza es: "no soy suficiente bueno". Todos conocemos este sentimiento, el "no soy suficiente _ , no soy suficiente delgado, suficiente rico o suficiente brillante, o no me han ascendido lo suficiente"... Lo que lo corrobora es esta vulnerabilidad insoportable. Esta idea de "para que exista conexión debemos dejarnos ver", que nos vean de verdad. Y saben lo que opino respecto a la vulnerabilidad, la ODIO. Y así pensé que esta sería mi oportunidad de eliminarla con mi vara de medir. Lo haré. Lo resolveré. Pasaré un año con esto. Desarmaré por completo la vergüenza. Entenderé cómo funciona la vulnerabilidad y la derrotaré con astucia. ¡Estaba lista y realmente emocionada! Como se pueden imaginar, esto no iba a terminar bien. (Risas) Uds. ya lo saben. Podría explicarles mucho sobre la vergüenza pero consumiría el tiempo de todos los demás. Pero puedo decirles que ocurre. Y esto tal vez sea una de las cosas más importantes que he aprendido en la década que llevo con esta investigación. Mi año se convirtió en seis, miles de historias, cientos de entrevistas largas, grupos focales, a veces la gente me enviaba páginas de sus diarios, sus historias... miles de datos en seis años. Y casi lo llegué a entender. Entendí lo que es la vergüenza y cómo funciona. Escribí un libro y publiqué una teoría, pero algo no encajaba. Y es que cuando me fijé en las personas que entrevisté, y los dividí entre los que realmente tenían un sentido de dignidad, —de esto se trata, del sentido de dignidad—, éstos tienen un sentido fuerte de amor y pertenencia. Y luego los que luchan por mantener la dignidad, los que siempre están preguntándose si son suficientemente buenos. Había sólo una variable que los separaba de las personas con un sentido fuerte de amor y pertenencia. Las personas con un sentido fuerte de amor y pertenencia, pensaban que eran dignas de amor y pertenencia. Es todo. Creían que valían la pena. Y para mí, la parte difícil de eso que nos mantiene desconectados es nuestro miedo a no ser dignos de conexión. Era algo que personal y profesionalmente sentí que necesitaba entender. Así que tomé todas las entrevistas donde vi dignidad, busqué la gente que vivía de ese modo, y sólo los observé a ellos. ¿Qué tiene esta gente en común? Tengo una ligera adicción a los artículos de oficina... esa es otra historia. Así que tomé una carpeta y un marcador y pensé: "¿Cómo nombraré esta investigación?" Y la primera palabra que se me vino a la mente fue "genuinas". Son un tipo de personas entusiastas y sinceras que viven desde un sentido profundo de dignidad. Lo escribí en la parte superior de la carpeta y empecé a estudiar los datos. Al principio de este análisis intenso de cuatro días, cuando repasé y rescaté las entrevistas e historias, preguntando -"¿Cuál es el tema? ¿Cuál es el patrón?" Mi esposo y mis hijos se fueron de la ciudad porque yo entraba en esta locura, estilo Jackson Pollock, donde sólo escribo y activo el modo "investigadora". Y esto es lo que descubrí... Lo que tenían en común era un sentido de coraje. Y quiero diferenciar entre coraje y valentía por un momento. Coraje, cuando se integró a la lengua inglesa, viene de la palabra latina "cor" que significa corazón, originalmente significaba explicar la historia de quién eres con todo tu corazón. Así que estas personas, sencillamente, tenían el coraje de ser imperfectas. Tenían la compasión para ser amables con ellas mismas primero y luego con otros, pues no podemos tener compasión de otros si no podemos tratarnos a nosotros mismos con amabilidad. Y por último, tenían conexión, y esta era la parte difícil, como resultado de su autenticidad. Eran capaces de renunciar a quienes pensaban que debían ser para ser lo que eran, que es absolutamente lo que se tiene que hacer para conectar. Otra cosa en común era que ellos aceptaban por completo la vulnerabilidad. Creían que lo que los hacía vulnerables los hacía hermosos. No hablaban de vulnerabilidad como algo incómodo o doloroso, como yo había escuchado antes en las entrevistas sobre la vergüenza. Simplemente mencionaban que era necesaria. Hablaban de la buena voluntad para decir "te amo" primero. La buena voluntad de hacer algo donde no había garantías. La disposición de respirar calmadamente mientras esperaban al médico después de su mamografía. La voluntad de invertir en una relación que pueda o no salir bien. Pensaban que esto era fundamental. Yo personalmente pensé que esto era una traición. No podía creer que me había aliado con este tipo de investigación, cuando en nuestro trabajo la definición de investigación es controlar y predecir. Estudiar fenómenos por la razón explícita de controlar y predecir. Y ahora mi misión de controlar y predecir había dado por respuesta que la manera de vivir es con vulnerabilidad. Y dejar de controlar y predecir. Esto me llevó a un pequeño ataque de nervios (Risas) de hecho se veía más bien así. (Risas) Y esto me llevó a lo que yo llamo un ataque de nervios y mi terapeuta llama un "despertar espiritual". Despertar espiritual suena bien pero les aseguro que fue un ataque de nervios. Tuve que guardar mis datos e ir a buscar un terapeuta. Y tú sabes quien eres cuando llamas a tus amigos y les dices: "Creo que necesito ayuda. ¿Alguna recomendación?" Pues casi cinco de mis amigos dijeron: "Uy, no quisiera ser tu terapeuta". (Risas) "¿Y eso?" "Ya sabes, solo digo que no lleves tu vara de medir". "Bueno". Finalmente encontré una terapeuta. Y en mi primera cita con Diana, llevé mi lista de cómo viven los genuinos. Ella se sentó y preguntó: "¿Cómo estás?" Y le contesté: "Estoy bien, genial". Y ella dijo: "bien, ¿qué ocurre?" Es una terapeuta especializada en terapeutas, los necesitamos porque son los mas aptos para detectar mentiras. (Risas) Le dije: "pasa esto, estoy en lucha". Y ella dijo: "¿contra qué?" Dije: "Tengo un problema con la vulnerabilidad". Sé que la vulnerabilidad es el núcleo de la vergüenza y el miedo y de nuestra lucha por la dignidad. Pero también es donde nace la dicha, la creatividad, la pertenencia, el amor. Y creo que tengo un problema y necesito un poco de ayuda". "Pero, no quiero hablar de problemas familiares ni traumas infantiles. (Risas) Sólo necesito algunas estrategias". (Risas) (Aplausos) Gracias. Y ella hace así. (Risas) "Está mal ¿verdad?" Y ella: "ni bien, ni mal". (Risas) Solamente es lo que es. Y yo: "Dios mío, ¡esto va a ser patético!" (Risas) Y lo fue y no. Me llevó aproximadamente un año. Y ¿saben cómo es la gente al darse cuenta que la vulnerabilidad y la ternura son importantes? A) Yo no soy así y B) Tampoco paso tiempo con gente así. (Risas) Para mí fue una lucha callejera que duró un año. Fue una contienda. La vulnerabilidad avanzaba, yo la hacía retroceder. Perdí la pelea pero recuperé mi vida. Entonces retomé la investigación y pasé los siguientes años intentando entender realmente a los "genuinos", las decisiones que tomaban y ¿qué es lo que hacemos con la vulnerabilidad? ¿Por qué luchamos tanto contra ella? ¿Lucho solo contra la vulnerabilidad? No. Y esto es lo que aprendí... insensibilizamos la vulnerabilidad. Cuando esperamos a que nos atiendan, al esperar... Saben, es gracioso, el miércoles publiqué algo en Twitter y Facebook que decía: "¿como definirías la vulnerabilidad, qué te hace sentir vulnerable?" En hora y media tenía 150 respuestas. Porque yo quería saber... qué hay allá afuera. "Tener que pedir ayuda a mi marido porque estoy enferma y somos recién casados". "Tomar la iniciativa en el sexo con mi esposa". "Tomar la iniciativa en el sexo con mi marido". "Ser rechazado". "Invitar a alguien a salir". "Esperar la llamada del médico". "Ser despedido". "Despedir a la gente". Este es el mundo en el que vivimos. Vivimos en un mundo vulnerable. Y una manera de enfrentarlo es insensibilizando la vulnerabilidad. Y creo que existe la evidencia. Y no es la única razón para que exista esta evidencia, pero es una gran causa. Somos los adultos más endeudados, obesos, adictos y medicados en la historia de EE.UU. ¿Por qué? El problema es, y lo descubrí en esta investigación... es que no se puede insensibilizar selectivamente una emoción. No puedes decir, "aquí está todo lo malo: la vulnerabilidad, la pena, la vergüenza, el miedo, la decepción; no quiero sentir esto. Me voy a tomar unas cervezas y un panecillo de banano y nueces. (Risas) ¡No quiero sentir eso! Esas risas son conocedoras; estudio sus vidas para ganarme la vida. Así es, "ja,ja,ja, ¡Ay Dios!" (Risas) No puedes insensibilizar los malos sentimientos sin insensibilizar otros afectos. No puedes insensibilizar selectivamente. No se puede insensibilizar lo malo sin anular la dicha. sin insensibilizar lo lindo. Insensibilizamos también la gratidud, la felicidad. Y luego nos sentimos miserables y vamos buscando finalidad y sentido y luego nos sentimos vulnerables y nos tomamos un par de cervezas y un panecillo de plátano. Y se convierte en un ciclo peligroso. Algo sobre lo que pienso necesario reflexionar es por qué y cómo insensibilizamos. Y no tiene sólo que ser una adicción. Otra cosa que hacemos es convertir todo lo incierto en cierto. La religión ha pasado de ser de una creencia a fe y de misterio a una certeza. "Tengo razón, tú te equivocas. Cállate". Así es. Sólo certezas. Mientras más miedo tengamos, más vulnerables somos, y más miedo tenemos. Miren a los políticos de hoy. Ya no hay discurso, ni conversación. Sólo se culpan. ¿Saben cómo describimos la culpa en nuestra investigación? "una forma de eliminar el dolor y la incomodidad". Perfeccionamos. Déjenme decirles, si hay alguien que quisiera que su vida fuese así, esa sería yo. Pero no funciona. Porque nos quitamos la grasa del trasero y nos la ponemos en las mejillas. (Risas) ¡Y esto no funciona! Espero que de aquí a 100 años la gente mire atrás y diga, "Guau". (Risas) Y más peligrosamente, tratamos de perfeccionar a nuestros hijos. Brevemente, permítanme explicarles esto... Los niños vienen ya adaptados para luchar. Cuando sostenemos en las manos esos bebés perfectos, nuestra tarea no es decir: "Mira, qué perfecto". "Mi tarea es que siga así y asegurar que sea parte del equipo de tenis en 5º y aceptado en Yale en el 7º". No es nuestra tarea, nuestra tarea es verlo y decir, "Eres imperfecto y estás hecho para luchar pero eres digno de amor y pertenencia". Esa es nuestra tarea. Muéstrenme una generación de chicos que crezcan así y acabaremos con los problemas que tenemos hoy. Nos engañamos pensando que lo que hacemos no tiene efecto en otras personas. Lo hacemos en nuestra vida personal o colectiva, ya sea con una fianza o un derrame de petróleo una retirada. Fingimos que lo que hacemos no tiene un gran impacto sobre otras personas. Yo les diría a las empresas: "No somos ingenuos". Sólo queremos que sean auténticos y reales y que digan "lo sentimos, lo arreglaremos". Pero existe otra manera... y me despido con esto. He descubierto, que tenemos que dejarnos ver, que nos vean vulnerables. Hay que amar con todo el corazón aunque no haya garantías. Y esto es muy difícil, y puedo decirlo como madre, esto puede ser extremadamente difícil. Ejercer la gratitud y la dicha en esos momentos de terror cuando nos preguntamos "¿Puedo amarte tanto? ¿Puedo creer en esto tan apasionadamente? ¿Puedo enojarme tanto por esto?" Me puedo detener y en lugar de ser catastrófico decir: "Simplemente estoy muy agradecido". "Porque estoy vivo, porque sentirse vulnerable significa que estar vivo". Y por último, creo que es más importante creer que somos suficientes. Porque cuando funcionamos desde la perspectiva "Soy suficiente" entonces dejamos de gritar y empezamos a escuchar. Somos más amables con las personas que nos rodean y más amables y considerados con nosotros mismos. Eso es todo. Gracias. (Aplausos)