Esta es Ana. Ella se ha graduado de la universidad en Estados Unidos. Y esta es Sofía. Ella también se ha graduado de la universidad en Finlandia. Tanto Ana como Sofía quieren ser profesoras de escuela secundaria. Pero una vez afuera, hay una buena chance de que sus experiencias sean muy diferentes. Tan diferentes que Ana tiene el doble de probabilidades que Sofía de dejar de enseñar para siempre. Esto causa un problema. El suministro de nuevos profesores certificados en los Estados Unidos se está reduciendo, pero el número de estudiantes en escuelas públicas sigue creciendo. Escasez masiva de profesores. Advertencias sobre la rotación de docentes. Educadores llaman a la escasez de docentes en Colorado una crisis. ¿Qué hizo a Sofía quedarse y a Ana dejarlo? ¿Y cómo puede Estados Unidos mantener más de sus profesores en la sala de clases? En EE.UU, profesores trabajan alrededor de nueve horas y cuarto al día. Eso es una hora y media más largo que el promedio para los profesores en otros países de la Organización para el Desarrollo Económico u OCDE abreviado. Es un grupo de países mayormente ricos que los economistas suelen comparar entre sí. Profesores en los Estados Unidos trabajan dos horas y media más que sus colegas en Corea del Sur, Finlandia e Israel. Hay algunos países con horas de trabajo similares a los Estados Unidos, como Nueva Zelanda, Singapur y el Reino Unido. Profesores en Japón, por ejemplo, trabajan cerca de dos horas más al día que los profesores en los Estados Unidos, pero en todos estos países las horas de docencia en clases son mucho más bajas. De las nueva horas y cuarto que los profesores estadounidenses trabajan cada día, ellos ocupan alrededor de cinco horas y media de esas horas enseñando realmente. Eso es más que el promedio de la OCDE y significativamente más que los profesores en Nueva Zelanda, el Reino Unido, Corea del Sur, Japón y Singapur. Profesores en esos países tienen más tiempo para planificar, calificar y colaborar entre ellos. ¿Entonces todas horas extras de enseñanza se traducen en mejores resultados? Estudiantes en EE.UU puntúan un poco más arriba que el promedio de la OCDE en los exámenes PISA, el cual califica a jóvenes de 15 años alrededor del mundo en lectura, ciencia y matemáticas. Pero ellos puntúan más bajo que estudiantes en países como Finlandia, Corea del Sur, Japón y Singapur, donde las horas de docencia en el aula son mucho menores. Si miramos dentro de las salas de clases de Ana y Sofía en los EE.UU y Finlandia, veremos a Ana enseñando una hora y media más al día que Sofía. Ana también gasta más tiempo planificando clases, calificando trabajos de los estudiantes, y liderando actividades extracurriculares. Pero esas horas extras no necesariamente se reflejarán en los cheques de pago de Ana. Si tu comparas Sofía con otras personas en Finlandia con grados universitarios, ella hace cerca de 98 centavos por cada dolar que esos otros hacen. Eso va a la par con el ratio de pago entre profesores y graduados universitarios en países similares. Pero Ana y otros profesores de enseñanza secundaria en EE.UU solo hacen cerca de 65 centavos por cada dolar que sus pares graduados universitarios hacen. Aún así, tal como los políticos en EE.UU nunca dejan de señalar, gastamos más por estudiante que casi todos los países en el mundo desarrollado. Pero esto varía bastante en cada estado. Nueva York gasta dos veces más que California por cada estudiante. Mississipi gasta menos de la mitad gastado en Alaska. Y las escuelas estadounidenses generalmente gastan más en seguridad y otros costos no-educativos que las escuelas en otros países. Además, si miras la proporción de la riqueza nacional o PIB que cada país gasta en educación, verás que hay bastantes países gastando una mayor proporción que los Estados Unidos. Ahí hay otra diferencia entre Ana y Sofía. Cuando les preguntan si las personas en sus países valoran a los profesores, dos de cada tres finlandeses dirán que sí. Pero solo uno de cada tres profesores estadounidenses se mostrará de acuerdo. Hay un montón de razones de por qué los profesores como Ana dejan las salas de clase, pero si los Estados Unidos quisieran mantener más de ellos en las escuelas, deberían ver algunas páginas del libro finlandés.