¡Oh! Dos almas enamoradas separadas por la muerte Un corazón parte, el otro cae en la locura Rituales trastornados, el desastre se cierne Su espada previene la defunción prematura Toma la senda adéptica, rotos los lazos mortales Los recintos eternos suplen los vínculos paternales Sus pasiones someten con cuerdas bermellones y su morada hace en los perennes pabellones La grulla vuelve al hogar deslucido En el viento ondulan los pendones mortuorios Las telas de araña son un recordatorio de que el mundo terrenal en humo se ha convertido «La divina damisela de la devastación» ha concluido pero hoy una nueva página he escrito Le ruego al público que preste su oído Aunque parezca distanciada del mundo Hay quien vio en su corazón lo más profundo Borla roja y filo refulgente unidos luchan hombro con hombro contra el oleaje enemigo No encontró más que rechazo al regresar la grulla así que volvió a su hogar aislado Pero vino por segunda ocasión y se vio con amigos a su lado trayendo sosiego a su corazón