Traductor: Santiago ChambóRevisor: Sebastian Betti Tengo el mejor trabajo del mundo. Soy médica. No, créanme. No es por eso. Soy especialista en obesidad. Tengo el honor de trabajarcon el grupo de personas víctima de uno de los prejuiciosmás arraigados: estar gordo. Antes de venir a verme,estas personas sufrieron vergüenza, culpa, remordimientoy completa discriminación. Mucha gente piensa, incluso los profesionales de la salud, que las personas obesasson culpables de su situación porque si se controlasen,no tendrían sobrepeso y que tampoco tienenmotivación para cambiar. Déjenme decirles que esto no es así. Si algo tiene la culpa de esto, tendríamos que achacárselaa nuestro asesoramiento médico. Y es hora de que cambiemos esto. La obesidad es una enfermedad,no surge por falta de carácter. Es una enfermedad hormonal en la que intervienen muchas hormonas. Una de las principaleshormonas es la insulina. La mayoría de las personas obesastienen resistencia a la insulina. ¿Qué quiere decir esto,la resistencia a la insulina? En esencia, la resistencia a la insulinaes un estado de pre-prediabetes de tipo 2. El trabajo de la insulinaconsiste en conducir la glucosa -- o el azúcar en sangre -- hasta el interior de las células. En resumen, si alguienes resistente a la insulina, tiene problemas para llevar la glucosahasta donde se necesita, hasta el interior de las células. La glucosa no puede quedarseen la sangre después de comer porque, de ser así, tendríamosuna crisis diabética tras cada comida. Si tenemos resistencia a la insulina, nuestro cuerpo respondeproduciendo más insulina, lo que aumenta progresivamentenuestros niveles de insulina y esto puede ocurrirdurante un tiempo, incluso años, aunque se mantenganniveles normales de azúcar en la sangre. Pero esta situación no se puedeprolongar por mucho tiempo y llega el momento en el queesos altos niveles de insulina no pueden mantener el azúcar en la sangredentro de los valores normales. Así que empieza a subir y eso es la diabetes. No les sorprenderá saber que la mayoría de mis pacientes tiene diabetes o resistencia a la insulina y Uds. podrán pensar:"Yo no tengo ese problema". Quizás deberían volver a pensárselo porque casi el 50 % de los adultosen EE.UU. tiene diabetes o prediabetes. Somos casi 120 millones, pero no se incluye a todas esas personasque tienen problemas de insulina porque, como decía, la resistencia a la insulinada lugar niveles elevados de insulina durante años, incluso décadas, antes de que inclusose les diagnostique prediabetes. Se ha demostrado que entre el 16y el 25 % de los adultos con peso normal presenta resistencia a la insulina. Así que si lo piensan,somos muchísimas personas. La resistencia a la insulinaes un problema porque si aumenta, existe mayor riesgode desarrollar dibetes de tipo 2. Además, la insulina haceque tengamos hambre y es más probable que lo que comamosse transforme en grasa en el organismo. La insulina es la hormonadel almacenamiento de las grasas. Así que ya vamos viendopor qué es un problema para quien sufre de obesidado problemas metabólicos como la diabetes. Pero ¿y si nos remontásemosal principio de este problema y no tuviésemos tantaglucosa en la sangre que necesitase de tanta insulina? Veamos cómo podría ser esto. Todo lo que comemos son carbohidratos, proteínas o grasas y tienen efectos diferentessobre la glucosa y la insulina, como pueden ver en esta gráfica. Cuando comemos carbohidratos la insulina y la glucosaen nuestro organismo se disparan. La cosa tiene mejor pintasi se trata de proteínas. Pero fíjense lo que ocurrecuando comemos grasas. Básicamente nada: una línea recta. Esto último será muy importante. Ahora quiero traducirles esta gráfica a una situación de la vida real. Quiero que vuelvan a pensar en la última vez que comieroncomida china occidentalizada. Todos conocemos estas reglas, ¿no? La primera regla: comeremos demasiado porque no pararemos hasta que nos revientenlas costuras de la ropa. Regla número dos:al cabo de una hora, tendremos hambre. ¿Por qué? Porque el arroz que comimos provocaque la glucosa y la insulina se disparen, lo que desencadena más hambrey almacenamiento de grasas. Si, para empezar, tenemos resistencia a la insulina, los niveles de insulinaen el organismo son más elevados y tendremos hambre a toda hora. Así que se da esta situación: si comemos carbohidratos, nos subela glucosa y, por tanto, la insulina y nos da hambre y almacenamos grasa. ¿Qué recomendacionesdeberíamos darle a esta gente? Porque parece ser muy importante. Y lo es de verdad. Centrémonos en la diabetes de tipo 2. Las pautas generales recomiendana pacientes con diabetes de tipo 2 ingerir de 40 a 65 gramosde carbohidratos en cada comida y la cantidad aumentapara los tentempiés. Créanme, son muchos carbohidratos. ¿Recuerdan lo que le ocurrea la insulina y a la glucosa -- al azúcar en sangre -- cuando comemos carbohidratos? Pues sí, parece ser queles recomendamos comer la misma causa del problema. Una locura, ¿verdad? Y, realmente, lo es. Porque la diabetes es un estadode toxicidad por carbohidratos. Nuestro organismo no puedeconducir la glucosa hasta las células, lo que originaun problema a corto plazo, pero las consecuenciasson mucho mayores a largo plazo. La resistencia a la insulina se traduceen intolerancia a los carbohidratos. Entonces ¿por qué les seguimosrecomendando comer carbohidratos? Las pautas de la ADA, la Asociación de la Diabetesde Estados Unidos, especifican que no existenpruebas concluyentes que recomienden fijar un límiteespecífico de carbohidratos. Sin embargo, estas pautassí que incluyen lo que ya sabemos, que la ingesta de carbohidratoses el único gran factor relacionado con los niveles de glucosa en sangrey, por tanto, es necesario medicarse. Pero después nos cuentan esto: "Mira, si te estás medicandopara la diabetes tendrás que comer carbohidratospara que no te baje demasiado la glucosa". Fíjense en el círculo viciosoque estabecen estas pautas. Comemos carbohidratosy tenemos que medicarnos y después comer más hidratos para evitar los efectos secundariosde los medicamentos y el ciclo no termina. Y lo peor es que la pautas de la ADA no incluyen el objetivo de contrarrestar la diabetes de tipo 2. Es necesario que cambiemos esto porque la diabetes tipo 2 se puedecontrarrestar en la mayoría de casos y, sobre todo, si se trata a tiempo. No solo tenemos que dar a conocer esta información, sino que tenemos que empezara dar el consejo adecuado. Tengan en cuenta los carbohidratos. Se van a quedar de piedra:no nos hacen falta. De verdad, la cantidad mínima diariade ingesta de carbohidratos es cero. Tenemos aminoácidos esenciales,que son las proteínas, ácidos grasos esenciales, pero no carbohidratos esenciales. Un nutriente es esencial si el organismo lo necesita para funcionary no se puede extraer de otro sitio. Nuestro organismo fabrica glucosa,mucha glucosa, constantemente. A esto se le llama gluconeogénesis, por lo que no son esenciales. Además, el consumoen exceso nos hace enfermar, pero seguimos recomendandoa pacientes con diabetes que la mitad o más de la mitadde su ingesta energética diaria sea de carbohidratos. Esto no tiene ningún sentido. Hablemos de lo que sí tiene sentido: reducir mucho el consumo de carbohidratos. Sí, en mi clínica,enseñamos a nuestros pacientes que la menor partede su ingesta sea de carbohidratos y no la mayor parte. ¿Y cómo funciona esto? Cuando nuestros pacientescomen menos carbohidratos les baja la glucosay ya no necesitan tanta insulina. Esos niveles de insulinabajan y lo hacen rápido. Esto es muy importante porque un estudio que examina los datos de la encuesta estadounidensede examen de salud y nutrición o NHANES, por sus siglas en inglés, muestra que el mayory único factor de riesgo de la cardiopatía coronaria es la resistencia a la insulina. Es la responsable de la frioleradel 42 % de los infartos. La reducción de la ingesta de carbohidratos funciona tan rápido que podemos quitarles a los pacientescientos de unidades de insulina en cuestión de días o semanas. Una de mis historiasfavoritas es muy reciente: Una chica joven, pero con un historialde diabetes de tipo 2, de 20 años, vino después de que un médicode otra clínica le dijera que solo estaba enferma y que se acostumbraría. Su diabetes estaba fuera de control, a pesar de estar recibiendovarios tratamientos, incluidas casi 300 unidades de insulina que una bomba de insulinale inyectaba en su organismo cada día. Y con todo eso, recuerden,la glucosa la tenía descontrolada. Comenzó con un régimen bajo en carbohidratos y, cuatro meses después, bajó de peso, pero, aún mejor, ya no estaba enferma. Sus niveles de glucosa en sangrepasaron a ser normales. Y esto, escuchen bien,sin medicación para la diabetes. Fuera las 300 unidades de insulina, no más bombas de insulina, adiós a los pinchazosen el dedo varias veces al día, se acabó, no más diabetes. Una de las mayores alegrías de mi trabajoes poder decirle a un paciente diabético que ya no tiene diabetes y ceremoniosamente le quitamosde encima uno de sus problemas. Entonces ¿se curaron? ¿Es un milagro? Dejémosle las grandilocuencias al Dr. Oz. Si se curarse,el problema no reaparecería y si se vuelve a ingerir carbohidratosen exceso, el problema reaparecerá. Estos pacientes no están curados,pero ya no tienen diabetes. Lo hemos solucionado y seguirá asísi controlamos el origen del problema. ¿Cuál es la solución?¿Cómo se puede comer de esta manera? Antes de nada,déjenme decirles lo que no es. Ni es un régimen de cero carbohidratos ni tampoco es alto en proteínas. Estas críticas son habitualesy son muy frustrantes porque no son ciertas. Entonces ¿con qué sustituimoslos carbohidratos que quitamos? Recuerden que soloexisten tres macronutrientes, si uno sube, otro tiene que bajar. Mis pacientes comen grasa, mucha grasa. "¿Qué?", se preguntarán.¿Qué ocurre si comemos grasa? Les diré que seremos más felices porque la grasa está buenay satisface muchísimo. (Aplausos) (Risas) Pero recuerden que la grasaes el último macronutriente que mantiene nuestros niveles de glucosaen sangre y de insulina bajos y por eso es tan importante. Quiero que conozcan y recuerden mis sencillas reglas para comer,ya que son todavía más importantes si están entre esos diezmillones de estadounidenses que tienen problemasde niveles de insulina. Regla número uno: si dice bajo en grasa o 0 % grasa,se queda en el supermercado. porque les quitan la grasa y les agregan carbohidratos y aditivos. Regla número dos: coman comida de verdad. La regla más importante de la nutrición baja en carbohidratos: la comida de verdad no viene en cajas y nadie debería decirles quela comida de verdad es "natural". Debería bastarles con mirarla. (Risas) No coman de lo que no les guste. Coman cuando tengan hambre sin importar qué hora sea. Y la regla número cinconos recuerda qué tenemos que evitar. Ningún CPA:ni cereales, ni patatas ni azúcar. Esta última es importante.¿Ni siquiera cereales? No, cereales tampoco. "Pero son necesarios". No, son carbohidratos. "Pero los cereales integrales son buenos". Les diré que gran parte de los alimentos que se venden como integralesno lo son de verdad. La mayoría de los productosque afirman ser integrales están altamente procesados,lo que arruina el beneficio de la fibra o contienen tambiénharinas muy refinadas. Suelen darse ambos casos. Si somos una de esas personassensibles a la insulina, podemos comercereales integrales de verdad, pero si formamos parte del gran grupoque tiene problemas de insulina, mejor que no, porque empeora las cosas. ¿Y si somos una de esas personassensibles a la insulina? ¿Podemos comer de esta forma? Claro, yo misma soy un buen ejemplo. Hace más de un año,decidí comer la misma cantidad de carbohidratos queles recomiendo a mis pacientes. Esto no es obligatorio para mi saludcomo lo es para la de mis pacientes. ¿Esto sería un problemasi no soy resistente a la insulina? Claro que no. A no ser que tengan un síndrome rarísimo, comer menos carbohidratoses bueno para la salud, incluso si no es necesario. Quiero mostrarles un par de fotosde mi comida "radical". Este es un desayuno habitual en mi casa. Parece que me he saltadomis propias reglas. Pues no, porque esa magdalenaestá hecha con harina de coco. Sigo cocinando casi lo mismo, pero no con harinas de cereales,sino de coco, almendra, avellana o lino que dan resultados riquísimos. Esta es una cena típica en mi casacon los "típicos convencionalismos". Me riefiero a salteado de setas. Y no, la comida que mis pacientesy yo comemos está rica y la disfrutamos. ¿Y hay investigaciones al respecto? ¿O son solo pruebas anecdóticasque han salido de mi clínica? Claro que no. Existen decenasde estudios clínicos controlados sobre las intervenciones nutricionalesque reducen la ingesta de carbohidratos para factores de riesgo cardiovascularla diabetes, la obesidad, etc. Son estudios consistentesy esto funciona. Existen inclusoun gran número de estudios que demuestran que esta dietadisminuye los marcadores inflamatorios, algo muy emocionante para estudiossobre enfermedades como el cáncer. Acabamos de concluirun estudio en nuestra clínica. Esto fue lo que hicimos: Tomamos a 50 pacientes diabéticos tratados con nuestro programabajo en carbohidratos y alto en grasas y los comparamos con 50 pacientes tratados según las pautas de la ADA Después de seis meses, no solo descubrimos que el grupode la dieta baja en carbohidratos tenía una ventaja metabólica significativa y, seamos sinceros, esto suponeun importante gran ahorro. Nuestro análisis demuestraque nuestros pacientes podrían ahorrar más de USD 2000 al año en medicación para la diabetesque deja de ser necesaria. Piensen en todo ese dinero. Nos encontramos en mediode una epidemia diabética que nos cuesta USD 250 000 millonesen Estados Unidos. Quiero mostrarles una diapositiva que muestra cómo se podríaahorrar dinero en este caso. Aquí solo se refleja la diferenciaen tratamientos de insulina entre los dos grupos después de 6 meses. Podemos observar que el grupode la dieta baja en carbohidratos redujo su tratamiento de insulina en casi 500 unidades al día. Mientras que el grupo tratadosegún las pautas de la ADA tuvo que aumentarlo hasta casi350 unidades de insulina al día. Aquí tenemos dos cosas importantes. La primera: la insulina es cara. La segunda: no todos estos participantesse trataban antes con insulina, por lo que estos resultadosimpresionan todavía más. Diría que esta gráfica representa dos enfoques distintosa la hora de tratar la diabetes. El objetivo de nuestro grupoera contrarrestar la diabetes, para lo que se necesita menos insulina. El segundo grupo tratadosegún las directrices de la ADA que indican que la diabeteses una enfermedad progresiva que requiere un tratamientoque se incremente con el tiempo. Enfermedad progresiva, a no ser que nos libremos de la causa. Entonces ¿cuál es el problema? ¿Por qué no se habla de esto?¿Por qué no es esto la norma? Hay dos grandes porqués. La primera es el statu quoque es difícil de romper. Existen muchos fines ocultos en esto. Las dietas bajas en grasase popularizaron hace décadas, aunque un estudio reciente demuestra que no existen pruebas extraídasde ningún estudio clínico controlado para recomendar que quitemosla grasa de nuestra dieta. Y así se empezó a añadircarbohidratos a las cosas. Fundamentalmente,fue un experimento a gran escala que fracasó estrepitosamente. El dinero es la segunda razónpor la que no se habla de esto. No se dejen engañar, se gana muchodinero con mantenernos enfermos. Vemos que los comitésque elaboran estas directrices están llenos de conflictos de intereses. La solución de nuestra clínicapara esta epidemia es obvia: dejar de tratar la alimentacióncon medicamentos. Para una enfermedad cuya causaprincipal son los carbohidratos, deberíamos prescindir de elloso, al menos, reducirlos para recordar lo que ya sabíamos: [Que el alimento sea tu medicinay tu medicina, tu alimento. Hipócrates.] Ya lo sabíamos desde hace miles de años. Tenemos que reavivar esta ideaen los tiempos que corren. Gracias. (Aplausos)