Traductor: Ciro GomezRevisor: Emma Gon Si extraes toda el agua de tu cerebro y fraccionas su contenido en sus constituyentes nutricionales, ¿cómo luciría? La mayor parte del peso de tu cerebro deshidratado provendrían de las grasas, también conocidos como lípidos. En el resto de la masa cerebral, encontrarías proteínas y aminoácidos, trazas de micronutrientes y glucosa. El cerebro es, por supuesto, más que la suma de sus partes nutricionales, pero cada componente tiene un claro impacto en el funcionamiento, desarrollo, estado anímico, y energía. La apatía después del almuerzo, o el estado de alerta de tarde-noche que puedes sentir, bueno, podrían ser simplemente los efectos de los alimentos en tu cerebro. De las grasas en el cerebro, las superestrellas son las omegas 3 y 6. Estos ácidos grasos esenciales, que se han relacionado con la prevención de condiciones degenerativas del cerebro, deben provenir de nuestra dieta. Así, el consumo de alimentos ricos en omega, como frutos secos, semillas, y las grasas de pescados, son cruciales para crear y mantener las membranas celulares. Y mientras omegas son grasas buenas para el cerebro, el consumo de largo plazo otras grasas, como las grasas trans y saturadas, puede poner en peligro la salud del cerebro. De otra parte, las proteínas y aminoácidos, los ladrillos nutrientes del crecimiento y desarrollo, manipulan la forma en que nos sentimos y comportamos. Los aminoácidos contienen los precursores de los neurotransmisores, los mensajeros químicos que llevan señales entre las neuronas, que afectan cosas como el estado de ánimo, sueño, atención, y el peso. Pueden ser la razón de que sientascalma luego de un gran plato de pasta, o más alerta después de una comida rica en proteínas. Las combinaciones complejas de compuestos en los alimentos pueden estimular las células del cerebro aliberar noradrenalina que altera el humor, dopamina, y serotonina. Pero llegar a las células del cerebro es complicado, y los aminoácidos tienen que competir por el acceso limitado. Una dieta con una gama de alimentos ayuda a mantener una combinación equilibrada de mensajeros cerebrales, y evita que tu estado de ánimo se incline en una dirección u otra. Como los otros órganos de nuestro cuerpo, nuestro cerebro se beneficia de un abasto constante de micronutrientes. Los antioxidantes en las frutas y verduras apoyan al cerebro en su lucha contra los radicales libres que destruyen neuronas, lo que permite a tu cerebro a trabajar bien por un período de tiempo más largo. Y sin micronutrientes poderosos, como la B6 vitaminas, B12, y el ácido fólico, nuestros cerebros serían susceptibles a la enfermedad cerebral y deterioro mental. Trazas de los minerales hierro, cobre, zinc, y sodio son también esenciales para la salud del cerebro y el desarrollo cognitivo temprano. Para que el cerebro transforme y sintetice de manera eficiente estos nutrientes valiosos, necesita combustible, y mucho de él. Aunque el cerebro humano solo es cerca del 2 % de nuestro peso corporal, utiliza hasta un 20 % de nuestros recursos energéticos. La mayor parte de esta energía proviene de los carbohidratos que nuestro cuerpo digiere en glucosa o azúcar en la sangre. Los lóbulos frontales son tan sensibles a las caídas en la glucosa, de hecho, que un cambio en la función mental es una de las señales primarias de la deficiencia de nutrientes. Suponiendo que recibimos glucosa con regularidad, ¿cómo afecta a nuestro cerebro el tipo específico de carbohidratos que comemos? Los carbohidratos se presentan en tres formas: almidón, azúcar y fibra. Aunque que en la mayoría de las etiquetas de nutrición, se agrupa al total de hidratos de carbono, la proporción de azúcar y los subgrupos de fibra en el total afecta la forma en que el cuerpo y el cerebro responden. Alimentos con alto contenido glucémico, como el pan blanco, causan una liberación rápida de la glucosa en la sangre, y luego viene una caída. El azúcar en la sangre cae, y con ella, nuestra capacidad de atención y ánimo. Por otro lado, la avena, granos y legumbrestienen la liberación de glucosa más lenta, que permiten un nivel más constante de atención. Para mantener el poder cerebral, opta por una dieta variada de alimentos ricos en nutrientes es fundamental. Cuando se trata de lo que muerdes, masticas y tragas, tus decisiones tienen un efecto directo y de larga duración en el órgano más poderoso en tu cuerpo.