Vale, que os gusta mucho a todos en casa esodel colecho, lo habéis disfrutado durante un montón de tiempo, os ha facilitado mucholas cosas y habéis descansado mucho mejor gracias a dormir juntos, pero llega un momentoen el que, por un motivo u otro, queréis pasar al peque a su habitación. No queréis seguir durmiendo todos juntos,pero tampoco queréis hacerle un Estivill, ¿cómo plantearlo? En otros vídeos os he hablado del colecho,y os he contado maravillas de él, pero a veces llega un momento en el que hay que ponerlefin. Y depende de con quién habléis parece inclusoque haya un tabú al respecto, como si los padres no pudieran tomar esa decisión. Entre colechar hasta que el niño se vayasolito a su cuarto y hacerle un Estivill hay otras posibilidades. Yo os voy a contar una de esas formas de poderhacerlo, pero no lo toméis como una técnica, porque no lo es. Me interesa más que os quedéis con la ideageneral que con los detalles... 1) Que los padres tienen derecho a poner final colecho por el motivo que sea. En el momento en el que uno de los que compartenesa cama deja de estar a gusto, es motivo suficiente para el cambio. 2) Es recomendable hacerlo de forma progresiva. Cuanto más brusco sea el cambio, más difícilserá para el peque, así que paciencia. No vayamos a acabar mal algo que ha sido tanchulo, ¿no? 3) Impliquemos al peque: que sienta que tieneparte en este proceso y que, aunque no haya partido de él o de ella la iniciativa, puededecidir muchos aspectos. Muchas veces, después de meses o inclusoaños de colecho, resulta que el niño o la niña no tiene siquiera su habitación montada;quizá le montasteis su habitación de bebé, pero ahí está el cambiador y la cuna cogiendopolvo. Entonces, ¿cómo va a irse a su habitaciónsi no tiene habitación? El primer paso será, efectivamente, adecuarlela habitación para que pueda dormir ahí. Pero tenemos que conseguir, y esto es importante,que no sea sólo un espacio para dormir, sino que sea su espacio. Para conseguirlo es bueno implicarle en elproceso, que os acompañe a elegir los muebles, que elija entre varias opciones, escuchadsu voz… en definitiva, que se sienta tenido en cuenta. Hay que manejarlo con normalidad, y contarleque ”vamos a ir a elegir los muebles de tu nueva habitación, que como ya eres mayor,dentro de poco ya vas a poder tener tu propia habitación y dormir allí” En el caso detener hermanos pequeños, o estar a punto de llegar un bebé, se le puede mostrar inclusocomo un privilegio el hecho de tener su espacio para él solito. Es importante que sea un lugar en el que leguste estar, que participe en su montaje, pintura, etc. Y si ya teníais la habitación, es buenoque hagáis algún pequeño cambio para que pueda participar, por ejemplo, pintar algunapared y que él o ella participe, comprar cortinas nuevas, que elija las sábanas, lalámpara... seguro que hay algo en lo que puede participar. Hay niños que, el mismo día que tienen suhabitación, con un pequeño “empujón” por parte de sus padres, se animan a dar elsalto y ya duermen allí esa misma noche. Pero hay otros, sobre todo los más pequeños,que van a necesitar más tiempo. Recordemos, no forzar, esto puede ser un procesolargo. Una vez ya tiene su espacio, intentaremosque poco a poco vaya pasando más tiempo allí, e integraremos su habitación en la rutinade la noche, por ejemplo, haciendo allí la lectura del cuento. Una vez lo acabamos, si nos lo pide, le llevamosa nuestra cama como el resto de días. Hasta que quizá un día se quede dormidoen su propia cama. Claro que, poco después se despertará, probablemente,y querrá ir a nuestra cama, lo que no os recomiendo que le impidáis. Si esta fase se alarga más de lo que deseáisy no muestra interés por dormir en su propia cama, podéis poner una fecha límite, quepuede coincidir con algo simbólico: un cumpleaños, unas vacaciones, etc. y le iremos avisandosin mentirle en ningún momento: “nos quedan ya pocos días para las vacaciones, y cuandolleguen te ayudaremos a que duermas en tu propia habitación”. Quizá el niño nos dice que no quiere, ytenemos que aceptarlo: al fin y al cabo, es nuestra decisión, no la suya. Le podemos argumentar que ya es mayor, quelos papás necesitan descansar mejor, que le vamos a seguir ayudando todas las noches,etc. Cuando llegue el día, debemos preparar todoaquello que necesite para sentirse más seguro; por ejemplo, una luz para que no haya tantaoscuridad, su vaso de agua, su peluche favorito, etc. Y, lo más importante, la promesa de que siempreque se despierte y nos llame, vamos a ir a ayudarle. Y eso nunca debe cambiar. Tiene que sentir que aunque no duerma en lamisma habitación, nuestro apoyo va a ser el mismo siempre que lo necesite. Es importante que distingamos lo que es “dormirsolo en su habitación” de “cerrar la puerta y hasta mañana”. Esto último, quizá es posible hacerlo despuésde un tiempo de haberles ayudado a dormir. Pero pasar del colecho al “cerrar la puertay hasta mañana”, no es que no sea posible, es que si lo intentamos probablemente se vaa liar una buena. Si queremos que la transición sea más tranquila,estaremos en la habitación con el peque (o la peque) todo el tiempo que necesite: leerel cuento, vaso de agua y quedarnos hasta que concilie el sueño. Nuestra actitud es importante que sea de ayuda,calmada, de acompañamiento, no de “venga, rápiddito que tengo cosas más importantesque hacer y tengo que estar aquí aguantándote”. Está claro que va a haber momentos en losque no quiera dormir, que quiera cachondeo y que retrase al máximo posible el quedarsedormido (y el que nos tengamos que ir). Esto no es bueno tampoco para él, porqueal día siguiente va a estar cansado, le costará más despertarse, etc. Entonces tenemos que ser capaces de trazaruna línea, con respeto, pero también con firmeza: ”cariño, estoy aquí para ayudartea dormir, no para jugar si quieres que te ayudea dormir necesito que estés en silencio y que pongas de tu parte en silencio”Durante todo el proceso es importante que nunca mintamos; “¿te vas a quedar conmigotoda la noche”?, “no cariño, pero te prometo que me quedaré aquí contigo hastaque estés súper dormido, y si te despiertas y necesitas que venga, sólo tienes que llamarme”. La sinceridad y la confianza mutua son imprescindiblesen este proceso. En resumen: tranquilidad, paciencia, sinceridady actitud de cariño y respeto. Si tenemos en cuenta que es un proceso quehemos decidido iniciar nosotros, tendríamos que asumir que probablemente se alargue unpoco y que quizá inicialmente nuestro hijo no esté muy por la labor. Pero con paciencia y cariño se puede conseguirsin tener que derramar una sola lágrima. Y hasta aquí, otra píldora de psicología,si os ha gustado tenéis muchos más vídeos y artículos en el canal de YouTube y en albertosoler.es. Y en todas las librerías nuestro libro “Hijosy Padres Felices”. ¡Un saludo!