Cuando vas a prisión con una cámara, a menudo es así. - ¡Bienvenido al zoologico! ¡Nos toman por monos! ¡Soy inocente y más, no tengo nada que hacer! Aquí está el hotel California. ¡Estamos amordazados! ¡Ven a ver las celdas que tenemos, los gallineros! ¡Ay, sonríe, sonríe! Detrás de estas puertas, 190 reclusos encerrados las 22 horas del día.Los yoyos son el sistema D del mundo carcelario. Están prohibidos. Los reclusos pueden intercambiar cualquier cosa, fuera del control de la administración penitenciaria. Este ingenio, Kevin lo conoce bien. A los 29 años, es encarcelado por quinta vez. La primera fue hace once años. Su historia está tatuada en su piel. - Eso... Marsella. Esta es mi venganza. Ahí es cuando haces llorar a tu madre. - ¿Cuándo fue la primera vez que ingresó a prisión? - Hace mucho tiempo. Yo tenía 18 años y dos días. Fue por exceso de velocidad y conducir sin licencia. Yo, salí, comencé a atacar los garajes. - ¿Y fue en la cárcel que aprendiste eso? - Aprendes muchas cosas en prisión. Ya están todos ahí pensando. Hasta el día en que salen y la cagan. Aquí, giraban mucho alrededor del frasco. Porque aquí estamos en una pecera como un pez. - ¿Por qué volviste aquí otra vez? - Por los mismos hechos, por hurtos pero hurtos ocurridos cuatro o cinco años antes. Llegaron a mi casa a las seis y media de la mañana, tiraron la puerta. Mi hija durmió conmigo. Mi esposa lo recogió. No tuvieron tiempo de llegar a la habitación y yo ya estaba saltando por la ventana. Listo. Me atraparon abajo. - ¿Lloraste? - No. La primera vez, sí. La segunda vez también. Pero tercero, cuarto, ahí, no. Si hubiera hecho como todos los demás, aprobado un CAP u obtenido otro diploma, podría haberlo logrado. Elegí la ruta más rápida, el vuelo. Es más simple. Tomamos al mismo joven que yo, con los mismos antecedentes, él, a esta hora, tal vez tenga una casa, todo lo que necesita, pero yo no tengo nada. - ¿Tienes esposa y dos hijos? - Eso es todo, y un buen ahorro también. Sí, de lo contrario todo lo que hice habría sido en vano. Al igual que Kevin, casi la mitad de los reclusos reinciden. En Francia hay 188 prisiones. Entre Burdeos y Toulouse seguimos la vida cotidiana de los presos en dos de ellos. Un día, mataron, violaron, robaron, robaron. Fueron condenados a penas de 2 a 18 años de prisión. La mayoría accedió a testificar abiertamente. Nos hablaron de sus miedos, de su soledad y de la vida que cambia. - Maté a alguien. Lo que es difícil cuando haces cosas bastante serias, y que nunca has hecho, es entender las razones. Su primer día en prisión, el momento de todos los peligros. Aquel donde uno es juzgado, juzgado, probado por los demás presos y por los guardias. - Si alguien toma tu paquete de cigarrillos y no dices nada, estás acabado. La gente vendrá a tu casa y se servirá como si fuera Club Med. Sus atestadas celdas donde se amontonan hasta ocho presos. - ¡Incluso los animales son mejores! Incluso los perros tienen más espacio que eso. El miedo cabalga en el estómago. - Recibí un puñetazo aquí y un puñetazo allá. Dos dientes rotos y una nariz rota también. El descubrimiento de la trata y la violencia que engendra. - Las prisiones francesas son tamices. - Diría que ciertamente son narcóticos. Presión, extorsión, amenazas. - Las represalias también pueden ir más allá de los muros de una prisión. - Si mañana les permitimos el celular, ya no tenemos control sobre él, entonces acosarán a sus víctimas. Va a ser un infierno. Para mantenerse con vida, se mezclan en esta microsociedad. - Las prisiones son la selva. El más pequeño será devorado por el más grande. - Cuando has visto la verdadera cara de la prisión, es el infierno en la tierra. Se aferran a su familia, a la sala de visitas, a su bebé hecho en prisión. Sus esposas son pacientes y, a veces, están listas para cualquier cosa por amor. - Saldrá pronto. Espero con interés. Aguantan, porque esperan a su hombre, sentencia reducida y condicional. - Esta vez, si te lo vuelven a preguntar, ¿no cederás al dinero fácil? En este mundo cerrado, el cara a cara con la justicia es una razón para vivir. - ¿Qué es lo que realmente quieres? ¿No quieres que salgamos? ¿Cómo vivimos tras las rejas? ¿Es posible un futuro después del encarcelamiento? Agen, 40.000 habitantes y en pleno centro de la ciudad, muros de cinco metros de altura, los de la prisión. Las prisiones preventivas son el primer contacto con la prisión para cualquier persona privada de libertad. Los detenidos esperan su juicio o son condenados a penas cortas de menos de dos años. Encerrados la mayor parte del tiempo, rara vez se ven, excepto para caminar como ahora. Van allí por turnos, en grupos de 20. Tienen derecho a ello dos veces al día. Cada mañana, cuando las celdas están vacías, un equipo de guardias se encarga de comprobar que los barrotes no han sido cerrados con llave durante la noche. Y se hace de oído. - Hacemos esto juntos porque hace unos años, hubo una muerte con el bar. - ¿Como esto? - El matón tomó el timón y lo aplastó. En prisión, todos aprenden a desconfiar unos de otros. En el patio, los detenidos siempre están de espaldas a la pared. Kevin, el ladrón de garajes ha estado encarcelado durante dos meses. Conoce los peligros de la caminata. - En cualquier momento alguien puede venir y patearte. Va rápido, va muy rápido. - Por un petardo, he visto que golpean a la gente, por un cigarrillo se golpea con una hoja de afeitar. Por razones de seguridad, la normativa lo prohíbe. Vigilantes para entrar en el patio en presencia de los detenidos. - En peleas generales, contamos con ellos. Siempre hay unos cuantos para separarlos. Evita que vaya demasiado lejos. Se nos indica que no entremos, porque son muchos y nos pueden atacar. - Si eres débil, se acabó. O te dejas llevar o no. Al que viene a hablar conmigo, le digo que no nos conocemos para que no nos hablemos. No hablo con nadie excepto con los de mi celda. Pero aún más que en el patio, cuando la puerta se cierra, cualquier cosa puede pasar en la celda. La célula individual es un principio consagrado en la ley. Pero como todas las prisiones, la de Agen está superpoblada. Actualmente, 22 reclusos duermen allí sobre colchones en el suelo. Distribuirlos en la cárcel teniendo en cuenta su perfil es el quebradero de cabeza diario de Martine, la supervisora jefa. - Buenos días señores. ¿Cómo está usted? Enciendo. ¡Atención! En esta celda prevista para seis personas, son ocho. En Agen, los presos todavía viven en dormitorios. Los últimos en llegar, los más jóvenes o los más débiles, duermen en el suelo. - Ahí en fin, estamos en lo peor de lo peor. No podíamos haber imaginado encontrarnos a las ocho en las celdas. Las condiciones son un poco difíciles. - Normalmente son dos personas en una celda. No son 7. Cuando era pequeño, tenía la imagen de dos personas, no de 7. La administración penitenciaria no tiene otra opción. Hay demasiados presos. - Para nosotros también es complicado en la medida en que no tenemos más espacio. Así que tienes que hacer permutaciones, cosas así. Esto genera muchos problemas ya que es necesario agregar sillas, agregar mesas, agregar colchones. Entonces, cuanto más agregue, cuanto más apretados estén, más tensión creará. - Fue asaltado en una celda. - Era el subordinado de la célula. - Tuvo un pequeño problema en otra celda. - Tuve que quedarme frente al televisor, cambiar los canales porque el control remoto no funcionaba. - Básicamente él era el control remoto. - ¿Por qué fuiste tú? - Fui el último en llegar y no dije nada. - Se aprovecharon de eso, es débil. - Tan pronto como llegué a la celda, una hora después, comenzaron a golpearme. Porque cinco en una celda de cuatro, no les gustaba. Llegué, me explotaron los lentes, los recibí ayer. En ambos brazos tenía moretones. - ¡Mira, tiene secuelas! Explícales el golpe que recibiste. - Es la tetera en la cara. - ¿Tuviste miedo? - Sí, igual porque dijeron que conocían a todos aquí. Pasaron diez días y una herida en la frente para que los guardias descubrieran la terrible experiencia de este prisionero. Inmediatamente lo trasladaron a otra celda. - Antes de eso, lo golpearon en el cuerpo. Pero bueno, si nadie dice nada, no vemos. No hay ruido, uno no puede adivinar. Por eso no nos dimos cuenta. Ese es el problema en la cárcel, hay muchas cosas que no ves, que no sabes. Y hay que ir a información, es complicado. Así que ahí está, no es obvio. - Pero, ¿qué sentiste al ver a este señor? - Mucha ira de hecho, es sobre todo la que me vino en primer lugar. Ni siquiera simpatía ni nada. Es mucha ira hacia los que hicieron esto. Señores, el paseo. ¡Aquí vamos! Martine convenció a la presa víctima para que presentara una denuncia contra sus agresores. El caso debe ser juzgado pronto. En la celda de al lado acaban de salir dos presos y sólo quedan cuatro. Kevin no eligió a sus compañeros de prisión, pero dice que tuvo buena suerte. Para apoyar la promiscuidad, se han fijado reglas. Hogar por turno y cigarrillos en la ventana. - ¿Estás acostumbrado a varias personas en la celda? - Sí. Estás obligado. Allí, cuando pierdes dos a la vez, se siente bien. A las cuatro es más transpirable. La cabaña es la cama de Kevin. El único lugar donde ha creado un poco de privacidad. - Cuando quiere aislarse un poco. - Cuando quiero ver la televisión, hago eso. Abro aquí. Para mejorar la vida diaria, los presos hacen lo que pueden con los medios que tienen a mano. - Tenemos una mancuerna. Es para los brazos. Son principiantes como yo. Yo, tengo brazos pequeños. Después del compañero de prisión, necesita dos paquetes de agua. Haces varias series. A la fuerza, calienta el músculo, lo hace crecer. Para hacer un pastel, tomas este. Ese es el cocinero. - Nos hace un horno. Somos seis en lo mismo. Los que van a defecar, por supuesto, no queremos escuchar. Así que lo ponemos ahí. Hay dos tipos de presos, reincidentes, como Kevin. Desde muy pequeños, la prisión ha sido parte de sus vidas. Y luego están las llamadas primarias, aquellas para las que es la primera vez. Michel acaba de ser condenado a 18 años de prisión por asesinato. Tiene 71 años. Todos los días, su lugar como bibliotecario en el centro de detención preventiva le permite salir de su celda por unas horas, aislándose de la detención. - En una prisión, tienes muy poca actividad. Entonces hay personas que son felices, que lo encuentran bien, que se quedan en la cama todo el día. Están esperando morir o salir. Bueno, tengo que cuidarme. Empresario jubilado, casado, padre de familia, Michel parecía haber triunfado en su vida. Encarcelado durante tres años antes de ser juzgado, no apeló y está a la espera de su traslado. - Yo, tuve 18 años en prisión, maté a alguien. No sé cuál es el precio de la vida. El precio de una vida puede ser mucho más. Podría haber sido condenado a cadena perpetua. Un asesinato es un asesinato. Lo que es difícil cuando haces las cosas con hechos serios, y que nunca has hecho, es entender las razones. Nunca tuve que lidiar con la justicia hasta que sucedió este drama. Aunque es lo suficientemente fuerte. Es un mundo nuevo en el que he caído. Confinamiento, miedo. Michel sufre lo que se llama shock carcelario. - No me quedé estupefacto, pero no sabía exactamente dónde estaba. ¿Qué había hecho? Incapaz de poner las ideas en su lugar una tras otra. Es imposible. Me desperté durante tres o cuatro meses con pesadillas, cosas así. Cuando eres viejo, te catalogan por delitos sexuales, ya sea pederasta, etc. Así que ya tenemos la impresión de que tenemos que justificarnos. Matar a alguien no es muy grave en prisión. Lo grave es la violación. Violación de un menor, pedofilia. Todo esto está mal visto. Violadores, los llamamos punteros. Michel descubre los códigos de la prisión y su jerarquía. - Cuando salí al patio, en ese momento, jugaban al fútbol. Y yo estaba filmando con mi libro. Yo no conocía a nadie. Las balas comenzaban a silbar junto a mis oídos. Me senté en un rincón. Claro, bum, venía la bala. Bueno, hasta el momento en que vi que había un líder. Y fue él quien me dijo: "¿Qué haces aquí? ¿Qué hiciste? ¿Cómo te fue?" Así que le expliqué. Tuve que convencerlo. Así que ya no me molestaban los globos, etc. Me dieron una paz real. Lo que falta en la cárcel es la posibilidad de estar solo. Promiscuidad, televisión. Todas las noches tenemos un chico que no conocía antes de venir aquí. Un tipo llamado Cyril Hanouna. Tenemos todos los documentales sobre los impulsores de lo imposible, los constructores de lo imposible. Todo lo que es imposible y que los estadounidenses pueden hacer. Cuando sé lo que van a ver, me pongo los auriculares y leo o escucho música. - ¿Qué estás escuchando? - Allí, en este caso, es Radio Classique. Michel permaneció durante otros seis meses en esta celda antes de ser trasladado a una prisión por largos períodos. Para destapar las prisiones, la administración penitenciaria también transfiere cada vez más sentencias cortas. Condenado a dos años de prisión, Kevin debería haber permanecido en Agen hasta su liberación. Pero cuando despertó, le advirtieron que iba a un centro de detención. Para limitar los riesgos de ataques de convoyes e intentos de fuga, estas decisiones siempre se comunican en el último momento. - ¡No te vas a deprimir! Todos estamos saliendo. Salgo para ir a otro lado. Kevin ahora está bajo la responsabilidad de Martine. Debe garantizar la seguridad de la transferencia y para ello debe someterse a varios controles. En la cárcel ya no existe el pudor. Llega un momento en que tenemos que pasar por ello. - La camiseta. Calzoncillos. Está bien, eso funciona. Esta bien para mi. Puedes vestirte. - Es un poco humillante. Tienes que hacerlo, muy mal. Tengo que hacer como todos los demás. Pongo mi mano al frente, me doy la vuelta una vez. Cuanto más se acerca Kevin a la esclusa de aire de salida, más tensos se vuelven los procedimientos. - Me trae malos recuerdos, cuando estás bajo custodia policial, etc. Junto con Kevin, son trasladados otros tres reclusos. - Somos el objetivo de los terroristas. Cualquier cosa que sea uniforme... - ¿No podemos poner música? - Ponte Skyrock. - ¿Puedes oír detrás? - Si, está bien. Martine siempre se asegura de que los viajes salgan bien. Kevin redescubre el horizonte. No lo había visto en dos meses. 40 minutos después, llega a Villeneuve sur Lot, al centro de detención de Eysses, su nuevo universo. Al igual que Agen, es una antigua prisión, pero su espacio es inmenso. Es uno de los centros de detención más grandes de Francia. En el siglo XVII, Eysses fue primero una abadía antes de convertirse en una prisión para niños y luego en una prisión política bajo la Ocupación. Arriba, edificios históricos, habitaciones abandonadas dan testimonio de las condiciones carcelarias de principios del siglo XX. Con estas celdas de malla de cuatro metros cuadrados. A fines de la década de 1970, Eysses se convirtió en un centro de detención para presos de larga duración que tenían las mejores posibilidades de reintegración. Centrado en la preparación para la liberación, las reglas son más flexibles allí que en un centro de detención preventiva. - ¡Ve a por ello! Baja tu mano derecha. Te daré tu tarjeta de tráfico. Siempre debes tenerlo contigo. Esta tarjeta servirá como documento de identidad para Kevin y le permitirá circular dentro de los muros. En este carro, sus pertenencias y las de los otros tres traslados de hoy. - Me recuerda cuando empujaba cajas fuertes. En Eysses hay casi 300 presos. Pero por ahora, Kevin los verá desde lejos. Los nuevos siempre están guardados en un ala de este edificio. Una esclusa de aire antes de mezclarlos con los otros prisioneros. - Es bueno ver el exterior. Voy a estar bien, hay pasto y todo está bien, está bien. La llave de la celda, la libertad. En el centro de detención, los detenidos están solos en la celda y tienen la llave. Los supervisores utilizan otro candado para encerrarlos por la noche ya la hora de comer, es decir, las 24 horas del día.Durante quince días, Kevin será escudriñado, observado, analizado. Personal, médicos, psicólogos elaborarán su perfil antes de asignarlo a uno de los bloques de detención. En Eysses, hay cuatro, designados por letras simples. Todos se parecen, excepto el edificio D. Denominado módulo de respeto, está diseñado para combatir la violencia en las cárceles y recibe en particular a los presos vulnerables. Aquí, sin pasillo cerrado y más supervisores presentes, como Carole. Ha estado administrando este edificio durante dos años. - Tenemos reclusos protegidos. Para que no vivan demasiado mal su detención y sobre todo salgan vivos. Es un edificio que está abierto. Entonces, al menor ruido, somos alertados rápidamente. Y luego, los presos nos lo cuentan de inmediato cuando hay un problema. También es el principio, es que hemos establecido un diálogo entre ellos y nosotros. E inevitablemente hay violencia, no digo que no, pero hay mucha, mucha menos. Una de las misiones de Carole es comprobar que en este edificio no entran ni narcóticos ni móviles. - ¿Por qué están prohibidos los teléfonos móviles en la cárcel? - Porque la mayoría usa el celular para traficar. Si eso fue todo. Para llamar a la familia... aquí tienes. Pero también hay quienes acosan a sus víctimas, a través de teléfonos celulares. A causa de un celular encontrado en sus cojines, desde hace diez días, Damián está encerrado las 23 horas del día en una celda. Solo se le permite salir a caminar 1 hora por día. Una medida alternativa al distrito disciplinario, cuando los médicos consideran a los presos demasiado frágiles psicológicamente. La pena termina hoy. Esta vez, Damien tuvo suerte. En el próximo incidente, será excluido del módulo de Respeto y perderá su estatus de protegido. - Aquí deben ser cuadrados, impecables. Señor lo sabe. Espero que oiga bien y que lo entienda bien. - ¿Te gustaría volver a otro edificio de detención? No, no quiero. Damien acumuló las deudas en su antiguo edificio. Enviarlo de regreso lo expondría a represalias e incluso podría poner su vida en peligro. - Una rubita de ojos azules, ya sabes en la cárcel, aunque yo sea parte de los viajeros y tenga un carácter fuerte, siempre son más fuertes con tres. - ¿Por qué estabas aislado aquí y no en el bloque de castigo? - Porque estoy incapacitado. No apto, eso quiere decir que no puedo quedarme encerrado sin televisión, sin nada, no puedo. No lo soporto y no tengo el perfil. Ellos saben muy bien que de lo contrario me escarificaré o algo así, todo saldrá mal. ¡Mirar! También tengo algunos en mi pecho. - ¿Qué te estás haciendo esto a ti mismo? - Con hojas de afeitar. Cuando me asuste, no me voy a desquitar con la gente, con los reclusos. ¿Para qué sirve? Prefiero tomar uno yo mismo. No estoy loco, me siguen. Prefiero culparme, me tranquiliza. Es bueno salir. A pesar de los registros, algunos detenidos logran infringir la ley. Reciben teléfonos que esconden en lugares cada vez más inesperados. Tengo un celular, que me tira como un paracaídas desde el polideportivo. También puede caber en el salón. Con nosotros decimos: "si no sabes hacerlo, la cárcel no comete el delito". Entonces aquí, me adapté, puedo desenterrarlo para ti. es mi teléfono Este es para ir a Internet. Un poco rota porque me la tiraron, pero funciona muy bien. Este suena. Lo compré un recluso. - ¿Cuánto? - 160 euros, dos cartuchos, 80 euros con este. Así que este es para el día, para que no te atrapen. Este está escondido durante el día. Por la tarde sobre las 19 h, una vez cerrada la puerta, podemos sacarlo. Vaya a Internet, navegue y vea a la familia. Visio, fotos, videos. Este de aquí. Escucho muy bien a la persona. Estoy en video ahí, hablo con ella por mensaje. Después, tienes diferentes teléfonos iPhone 6, iPhone 7, iPhone 9, el último Samsung Galaxy S10 ya está aquí. Para los escondites, no es complicado. Calzoncillos tipo bóxer, bolsillo canguro, ningún supervisor vendrá allí. Pero dos meses después de su demostración, los supervisores finalmente descubrieron sus teléfonos. Sanción inmediata, expulsión del edificio y cuarto disciplinario. Se llama la mitarda. Sancionado por la gerencia por haber insultado a un supervisor, Gabriel tuvo que permanecer allí durante cinco días. Aquí está completamente aislado. En su celda no hay televisión y muebles rudimentarios pegados al piso. A los detenidos no se les permiten pertenencias personales , excepto tabaco, una radio y libros. Gabriel tiene 21 años. Esta es la tercera vez que regresa a prisión. La primera vez, no tenía dieciséis años. - Afuera, hacemos estupideces. En prisión, seguimos haciéndolo. En la cárcel, vamos a la cárcel de la cárcel, no entendemos. Todos los sistemas estatales, pabellones juveniles, centro de detención, centro penitenciario, los he hecho todos. No es bueno meter a la gente en prisión de un mes a quince años. Es una starificación de un menor. Está en un barrio, es un delincuente de poca monta. Un mes, vuelve y ya no es lo mismo. Casi tendrías que enviarlos al ejército, tuve la suerte de tener una familia. Aunque cometí faltas y un delito grave que me envió a juicio, cometí un robo a mano armada y me condenaron a ocho años. Creo que fue entonces cuando crecí. Vi a mis padres desmoronarse. Me di cuenta de cosas. Yo, soy joven, sé que saldré pronto. Es sobre todo la edad de nuestros padres la que calculamos. No tiene sentido salir si no hay gente cerca. Enorgullecer a tus padres significa darle sentido y utilidad a este tiempo en prisión. En Eysses, los reclusos pueden volver a la escuela y trabajar 6 horas al día para empresas de la región. Ganan 4,30 € la hora, o la mitad del salario mínimo. Este salario permite a los más pobres indemnizar a sus víctimas y comer de comedor. Cantina significa comprar productos externos. Pero para conseguir trabajo hay que esperar varios meses. En la zona de llegada, Kevin sigue aislado. Su celda es temporal, pero pasa sus días tapiandola. - Está limpio de todos modos. Las arañas no se deben matar, trae mala suerte. Especialmente aquí, en prisión. Así que no quiero matarla, no quiero que me traiga mala suerte. Pero entonces, francamente, me cambió. Estoy más tranquilo, más sereno. Hablé con nadie, estaba callado. Hay algunos que se hacen un porro de paseo. Ellos están enfermos. Cuando eres nuevo, ahí es donde tienes más problemas, la gente se aprovecha. Pero hoy, el período de observación ha terminado. El ingreso en prisión es por etapas. Hasta ahora, Kevin solo había visto a los presos que llegaban del bloque. Ahora se enfrentará al resto de la detención. Tanto oraciones cortas como largas. El deporte es la actividad más exitosa en prisión. Para supervisar a unos cincuenta detenidos, solo hay dos monitores que también son supervisores. En un espacio de 2000 metros cuadrados. - ¿Cuántas veces has estado en casa? - ¡Cinco veces! - ¿Cuál es tu mayor dolor? - Tres años. No fue aquí, fue en Aix en Provence. - ¿Cómo estuvo allí? - Hacia calor. Más que aquí. Allá sólo hay castaña. Aquí, el horizonte está completamente despejado. Es raro en prisión. Suficiente para estimular fantasías de escape. - Si quieres salir, sal. Traes un 4X4 grande y bien blindado en reversa, hacia la primera cerca. Escapamos. El estadio es la cita de la detención. Algunos juegan a los peluqueros, otros se gastan. Los más pequeños aprenden a defenderse bajo el control de Fred, uno de los dos monitores. Los grandes brazos de detención están ahí, en la sala de pesas. Pectorales proteinicos, quieren impresionar. - Es el lado narcisista. Realmente existe esta cultura de esculpir tu cuerpo. El deporte es un espacio de libertad, pero Fred siempre está al pendiente. - Ven que estoy ahí, que miro, que giro. Saben que habrá refuerzos si es necesario. Saben que las torres de vigilancia también están allí si algo sucede afuera. - ¿Alguna vez han ocurrido grandes peleas aquí? -Sí, tuvimos uno no hace mucho. Un ajuste de cuentas. Atacaron a varios de un interno que fue golpeado. Por lo tanto, allí. Son dos o tres o más. Estoy solo. Aquí es complicado. El estadio es la zona de detención más sensible. Lugar de liquidación de cuentas. Es aquí también donde entra todo lo que está prohibido en la cárcel, proyectado sobre las vallas. -Antes me dijo el compañero que me llamó de la atalaya : “Se recogió, se repartió a alguien que entró corriendo al gimnasio”, que pasó a otro, a otro, a otro. Y luego, encontrarlo, es complicado. Siempre esperamos que no sea algo que puedan volver en nuestra contra. Hasta ahora, a menudo son narcóticos y teléfonos. Y es cierto que el día que sea un arma de fuego o un arma blanca... Yo le envié esta información. Yo soy el que está en primera línea porque pasa en el estadio. Mi colega y yo estamos aquí. Creo que seremos los primeros en ser confrontados. Pero hasta ahora, eso nunca ha sucedido. Espero que siga así. La administración penitenciaria no puede detener todo el tráfico. La prisión es una microsociedad en la que los más fuertes imponen su ley. - Hay pequeños chefs por todas partes. Es un poco como el nuestro. Tenemos nuestra dirección, nuestro jefe de custodia. Es lo mismo con ellos. También hay una jerarquía en su camino. - ¡Pero tú lo sabes! - Así que no siempre lo sabemos, pero lo vemos rápidamente. Vamos a ver al que nunca será molestado, que tiene todo lo que necesita en su celda. En general, estos están muy bien instalados. Tienen celdas súper limpias, no molestan a nadie. Son muy, muy respetuosos con el personal. Pero después de eso irá in crescendo. Y en general los “pequeños”, siempre digo las víctimas, los que vamos a llevar a hacer de todo, tanto para despachar la droga, ellos la usan y nunca es el jefe el que cae. El jefe, nunca encontraremos nada en su casa. A diferencia de la mayoría de las prisiones, que se entregan desde el exterior, en Eysses, los reclusos preparan las comidas en el lugar y luego las envían dos veces al día a estas cajas, a cada uno de los edificios de detención. Primero en ser atendido, edificio D, el del módulo Respeto. - Buenos días señora. ¿Tienes que estar en D para respetarte a ti mismo? Porque aquí estamos en B. - ¿Cómo está B? - La B es la jungla, señora, es un lío. Y nosotros, estamos en el burdel, no vamos a la D nosotros. Somos incompatibles con la D. Porque en la D hay que tener expedientes... Rachid ha sido condenado muchas veces por tráfico de drogas. Cárceles, ha conocido mucho en su vida. Esto, dice, es uno de los mejores que ha hecho. Siempre educado, siempre amable. Cuando nos invitó a ir a verlo a su edificio, fue como si nos estuviera dando la bienvenida a su casa. - Escucha, estamos en mi piso. Estamos en el primer piso del edificio B. Ahí es donde soy asistente de arriba. Los auxiliares son retribuidos con 300 euros mensuales por los servicios generales del centro penitenciario. Un puesto codiciado que Rachid siempre ha ocupado durante su detención anterior. - "¡Gran papá!" Ella es mi hija Oiga, ahí, este es el retrato de mis hijos. Es mi pequeño consuelo, por la noche, con mis cojines, mi sillita. El lado donde cocino con mis fogones, mis platos pequeños. Ahí tenemos las cantimploras, las botellas de agua. Después del pequeño rincón Hi-Fi, un cine en casa. Mi ropa, la nevera pequeña. Ahí tienes el paseo marítimo. Como hace calor en este momento, tomé el doble para tener un doble trago por la noche. - ¿Pidió que lo trasladaran? - No, en las habitaciones de las esquinas hay dos ventanas. Mientras que en los demás, solo hay uno. - ¿Elegiste esta habitación? - Soy yo, sí. - Es un privilegio. - No, no es un privilegio. Rachid ya ha pasado 17 años en prisión. Vio cambiar la población penal, ya no se encuentra allí. - Empecé tonterías, codicia, dinero fácil. Tráfico. Y luego, después, es el equipo. Los años pasan tan rápido que hoy me encuentro frente a ti con 40 años. Empecé, tenía 18 años. Cuando llegué aquí, vi a un colega que conocía en el 98. Nos vimos aquí en el 2018. ¿Sabes lo que me dijo? Me miró y me dijo: "Rachid, ahora somos los viejos. Antes éramos los jóvenes. Ahora somos los viejos". Nos miramos como dos viejos. Estábamos hermosos entre todos estos jóvenes. - ¿Cuántas diferencias tienen ustedes dos? - Podría ser mi hijo. ¿Estás bien aquí? ¿Va bien? - Sí muy bien. Je suis tranquille personne ne m'embête. Rachid a effectué les deux tiers de sa peine. Il peut déposer une demande de libération conditionnelle. Mais avant de préparer son dossier, il doit travailler et servir le dîner. - Voilà, je mets la tablier. On va attaquer la gamelle. Donc là on sort ça. C'est une petite ratatouille. La petite charlotte. Là, c'est l'heure de la fermeture. Il est 6h45, l'heure de la fermeture des cellules. - La prison est dure mais la gamelle est sûre. Tu finis la gamelle puis je t'amène le feu. Un feu, c'est un briquet. Je ne veux pas que la surveillante soit embêtée. On va trouver un feu pour qu'il passe une bonne soirée. - Je vais juste prendre ça et un yaourt. - Tu peux me trouver un feu s'il te plait? J'ai besoin d'un feu. Voilà, je t'ai trouvé un feu. C'est bon, tu vas passer une bonne soirée? - Oui, merci. Pour les fumeurs, les briquets valent de l'or. Ne pas en avoir avant la nuit peut générer des incidents et des débuts d'émeutes. Les détenus sont enfermés jusqu'au lendemain, 7 heures. Le ballet des yo yo commence. Les rondes de nuit aussi. Comme on dit dans la pénitentiaire, les surveillants vérifient que les détenus sont présents et en vie. En prison, le nombre de suicides est sept fois plus élevé qu'à l'extérieur. - Le chemin de ronde nous permet aussi d'avoir un visuel sur toute la partie externe de la détention. Les grands filets ont été mis justement pour éviter que les projections atteignent la détention ou les cours de promenade. Villeneuve-sur-Lot s'éveille. On est dimanche, jour de parloir. Pour obtenir un permis de visite, il faut être un membre de la famille ou justifier que l'on contribue à l'insertion du détenu. Les entrées se font à heure fixe. Aucun retard n'est toléré. Comme dans un aéroport, les visiteurs sont soumis à un détecteur de métaux. Leur sac contrôlé par un scanner. Bien sûr, portable et produits dangereux sont interdits. Pour des raisons d'hygiène, les produits frais aussi. - On tolère les boissons, les litres d'eau, si vous voulez, de l'eau pour les familles. L'eau colorée, tout ce qui est coloré, est interdit. Voilà, c'est uniquement pour faire des mélanges. Et après tout ce qui est nourriture, on tolère pour les enfants. Il faut compter 20 minutes pour faire entrer une trentaine de familles. Chaque weekend c'est ainsi. Aujourd'hui, des mères, des pères, des épouses, des enfants viennent voir un fils, un mari, un père. Les surveillants font l'appel des familles. Une à une, elles pénètrent dans les box des parloirs. Pendant ce temps, de l'autre côté, les détenus passent les portiques de sécurité et s'identifient par leur numéro d'écrou. Une fois leurs familles enfermées dans ces cabines, il y pénètre par une seconde porte. Ainsi, ils ne croisent jamais les proches d'un autre. - On fait le tour, on fait des rondes inopinées, on jette un petit coup d'œil pour voir si tout se passe bien. Les visites durent 1 heure et demie. Derrière ces portes, des box de six mètres carrés sans caméras. Dans l'un d'eux, un détenu découvre son bébé. Il a dix jours. - Oui, c'est ma fille. - Alors comment elle s'appelle cette petite fille? - Leiwen. C'est la première fois que tu l'as vois? - Oui, c'est la première fois que je la vois. - Alors tu l'as trouves comment? - Je la trouve belle. En principe ils ne sont pas toujours beaux, mais elle si. Ca fait toujours quelque chose. - Ce n'est pas trop dur d'être à l'intérieur quand on a justement les enfants dehors? - Si, c'est dur. On n'a pas le choix. On n'a pas d'autres choix que d'assumer. Mais bientôt, dans très bientôt. Bientôt, Jackson pourra bénéficier d'une permission de cinq jours. Il a rencontré sa femme par l'intermédiaire d'un codétenu. Ils ont fait connaissance par téléphone avant de se marier en prison. Leiwen a été conçue ici dans une unité de vie familiale. Car le sexe au parloir, en théorie, c'est impossible. - Normalement, c'est interdit. Normalement, c'est interdit. Alors après, on comprend bien. Mari et femme, à un moment donné, ils ne se voient pas de la semaine. Des fois, il y a des familles qui viennent tous les mois. On sait ce qui se passe. Officiellement, ils viennent juste pour discuter. - Parloir terminé. - C'est interdit, mais pas vu, pas pris. Ici tu restes habillé. Elle arrive en jupe sans rien dessous et voilà, c'est la fête. Même si le surveillant passe, elle est juste assise sur toi. On a fait un bébé comme ça. Mais bon, c'est un parloir. Vous savez, il y a des gens à côté, autour. On ne va pas. Celui qui fait du bruit, si vous êtes avec votre mère à côté, comment on fait? C'est sujet à des histoires et des bagarres énormes en prison. Ça, c'est une honte. Vous imaginez? Vous êtes à côté, vous entendez des bruits d'animaux. Les mecs quand ils sortent, je peux vous garantir qu'ils prennent cher. Quand les visites sont terminées, les détenus récupèrent le linge que leurs femmes ont lavé et repassé. Les femmes, elles, repartent avec les sacs de linge sale. Il y a quatre tours de parloirs. En fonction des places disponibles, elles peuvent demander jusqu'à quatre visites par weekend. A force de se croiser, certaines sympathises. Quand les maris sont amis en prison, souvent leurs femmes le deviennent aussi. A 200 mètres du centre de détention, cette maison, tenue par des bénévoles, accueille les familles entre deux parloirs. Pour rendre visite à leurs proches, certaines font un long voyage. Comme cette jeune femme. Elle vient de Bayonne. Tous les weekends, elle fait 600 kilomètres aller-retour . Quand son fiancé a été incarcéré, elle venait juste de le rencontrer. - C'est impressionnant quand on rentre là bas la première fois. - Oui, parce que je n'étais jamais rentrée dans une prison. Donc c'est vrai que ça m'a fait bizarre. Mais après, on s'habitue. - Vous amenez quoi quand vous allez voir votre chéri? - Oh, je peux lui amener des bonbons. Un petit sandwich que je cache forcément, comme beaucoup de monde. Autour de la cuisse. - On est des James Bond Girl. - Il faut que j'aille me préparer. Ce que les femmes apportent en cachette, en général, ce n'est pas du gros trafic. Merguez, hamburgers ou chocolats, elles essaient de combler les petits manques du quotidien. - Un jour, un surveillant a dit à une fille qu'elle sentait l'oignon. En fait, elle avait un kebab ou quelque chose comme ça. On dirait qu'elles vont à la guerre quand elles vont au parloir. - Ca va, ça ne se voit pas? - Non, ça va. - J'ai trois sandwichs. Deux Big Mac! - Mets-le dans ton décolleté. - Oui, mais ça va sentir. - Mais comment tu vas faire? Laisse le là. Je vais le mettre à la cheville. Je ne peux pas marcher. - Est-ce que vous êtes très amoureuse? - Je pense, parce que c'est dur. Pour des sandwichs, elle risque seulement des suspensions de parloirs. Mais pour des portables ou des stupéfiants, elles encourent des sanctions pénales. 1 heure et demie plus tard, Aurore nous a confié qu'elle avait trop peur pour passer des choses interdites en prison. Son mari s'est débrouillé sans elle pour avoir un portable. Il peut la joindre quand il veut. Parfois même un peu trop. - C'est bien et pas bien le téléphone. Parce qu'ils nous harcèlent un peu avec. Savoir où on est, ce qu'on fait. - Mais quand ils appellent il faut répondre. - On est fliqué. Il faut répondre de suite. Ah oui, ils sommes terribles pour ça. - Toi, est-ce que t'es jalouse? Oui, aussi parce qu'il y a beaucoup de femmes qui viennent voir des hommes en détention, qui se sont rencontrées par portable. Et oui mais je te parle de ça, de parloir, mais il m'a déjà fait le coup. Voilà, une Sylvie, elle a fait le parloir. J'ai vu une autre femme en photo. Et après, il me dit que c'est Sylvie de Badoo. - Badoo c'est quoi? - Un site de rencontres. Il me dit: "Je l'ai rencontrée sur Internet. Je suis allée voir son Facebook. Je lui ai parlé par Messenger. - Tu lui a dit quoi toi? - Je lui ai dit: "Viens au parloir, je t'attends". - Elle était comment? - Elle n'était pas terrible. Donc ça va. J'avais rencontré une dame, Chantal, 50 ans, elle s'était mise avec un jeune de 25 ans et elle l'avait rencontrée sur Badoo. Elle allait le voir à la prison. Elle lui a amené du shit pour apprendre à la fin qu'il avait une femme et un gosse. Une fois qu'elle s'est faite attraper, il lui a dit: "Tu ne reviens pus, c'est bon. Je me suis servi de toi". - Est-ce que tu t'es posé la question de le quitter? - Oui, mais non, je ne peux pas le quitter. L'amour est plus fort, plus fort que les barreaux. Mais au fil des ans, certaines n'en peuvent plus de cette vie passée à attendre. Jonathan a été condamné à quatre ans de prison pour cambriolage. Ça fait deux ans qu'il est ici. Il y a deux mois, sa compagne l'a quitté par une simple lettre. Depuis qu'il est séparé de leur mère, il ne voit plus ses enfants. Elle ne vient plus le voir au parloir. Le weekend, il reste seul en cellule. - C'est pour avoir un petit air de chez moi. Pour me sentir un peu en mode baba cool. Je trouve que ça fait joli. C'était plus décoré quand il avait toutes les photo. - Pourquoi tu les as enlevé? - Sur la plupart, il y avait mon ex dessus. - Vous allez essayer de la récupérer à la sortie? - Non, c'est pas possible. C'est mort. Moi, je suis un peu dégoûté parce que tout ce que j'ai fait, je l'ai fait pour nous. Je ne l'ai pas fait que po ur moi. Il y a même des soirs où elle m'a demandé de sortir pour aller chercher de la thune. Je n'ai jamais cambriolé en particulier. Je ne suis jamais rentré chez un particulier. J'ai volé que l'Etat. Les mairies, les Postes. Après, si je ne suis plus avec, c'est en grosse partie à cause de la prison. Je regrette beaucoup de choses. Encore plus depuis qu'elle m'a quitté. Je n'ai pas envie de me prendre la tête avec elle parce que avec ma première compagne, on s'est pris la tête. Puis je n'ai pas vu mon grand pendant huit ans. Ca, j'en ai bien souffert de ne pas être là pour lui. Je n'ai pas envie de reproduire la même chose avec les petits. - Mon père est décédé en 2008. Ma mère, c'est compliqué. Pour moi, ma mère, c'est ma mère biologique. Il n'y a pas de lien comme un enfant avec sa mère. Je lui en veux à ma mère. On est cinq. Ma sœur, à trois ans, mes grands parents l'ont élevée. Mon grand frère, à un an et demi, il a été placé. J'ai été placé a trois mois. Tu as fait trois enfants, t'en fais pas d'autres. Tu ne peux pas les élever, tu n'en fais pas d'autres. Donc après, elle a eu nos deux petits frères. Ils ont fini à la Ddass, placés eux aussi jusqu'à leurs 18 ans. Mais voilà, après la vie, c'est comme ça. Moi, j'ai commencé à grandir au foyer Ce n'est pas parce que j'ai fait des bêtises que j'ai été placé. Au début, il n'y avait pas de gens qui étaient là parce qu'ils avaient fait les imbéciles. Puis, petit à petit, on a eu des racailles, on a eu des gars qui étaient là pour des conneries. Cambriolage, etc. Comment veux tu grandir correctement. - Il y a sept ou huit ans, le premier qui me manquait de respect c'était la bagarre. Beaucoup de gens m'ont dit que j'avais bien changé. La plupart des détenus que nous avons rencontrés sont issus de l'aide sociale à l'enfance. La prison crée des ruptures familiales et professionnelles. Les services d'insertion et de probation ont été créés pour faire le lien entre l'intérieur et l'extérieur. - Votre fils a déposé sa demande très récemment. Charlotte a 28 ans. Chaque jour, elle aide les détenus à préparer leur sortie. - Il faut aussi se poser la question: A quel moment la prison n'a plus de sens? A quel moment on est allé trop loin dans l'enfermement pour que la personne ne soit plus réinsérable. C'est bien de les mettre à l'ombre de la société. On les met de côté, on les met dans l'ombre, on ne les voit pas et on les oublie pendant un temps. Et puis à un moment, ils ressortent. Et là, si on ne fait rien pendant la période où ils ont été incarcérés, qu'est-ce qui se passe dehors? Aujourd'hui, Rachid lui a demandé un rendez-vous pour faire le point sur sa demande de conditionnelle. Pour qu'elle soit recevable, il doit justifier d'un bon comportement en détention, d'un hébergement et d'un travail à l'extérieur. - Vous avez une demande d'aménagement de peine qui est en cours? - Oui, puisqu'on m'a refusé un aménagement de peine il y a deux mois. - Oui, c'était votre première demande d'aménagement? - C'est ça. J'ai passé un CAP nettoyage pendant huit mois que j'ai obtenu ici parce qu'il y a des formations ici. Et puis j'ai réussi à avoir un contrat en cdi. - D'accord, donc vous avez un doute sur la pérennité du contrat finalement. - En fait le juge m'a dit que le contrat était un contrat balourd, - Ca veut dire quoi? - Ce sont ses termes. Que c'était bidon. Il m'a dit que le chiffre d'affaire était de 4 000 euros. Et qu'on ne pouvait pas m'embaucher. - Il avait peur que le contrat ne puisse pas perdurer sur le reste de votre peine à l'extérieur. - Exact. - Donc vous avez redéposé une demande. - J'ai refait une demande mais bon. Oui. - Est-ce qu'on est sur la même mesure que la dernière fois? - Ecoutez, on reste toujours pareil, mais le problème, c'est que ce n'est plus dans le nettoyage, c'est dans la menuiserie. - Oui, vous avez de l'expérience dans la menuiserie? - Non, je n'ai pas d'expérience. Je veux leur expliquer que c'est un cdi, que la société date de 2009 et que le chiffre d'affaires est conséquent. On verra ce qu'ils vont me dire. Revenir progressivement à la liberté. En finissant sa peine à l'extérieur diminue de moitié le risque de récidive. Il est 7 heures. Grâce à son bon comportement en détention, tous les jours de la semaine, Jonathan bénéficie d'une permission spéciale du juge pour sortir quelques heures de la prison. S'il a l'impression d'avoir changé, c'est parce qu'ici on lui a fait confiance. Il est devenu le cuisinier de la cantine des surveillants. La prison économise un poste et lui permet d'apprendre un métier en touchant le Smic pénitentiaire, 400 euros par mois. - Le fait d'arriver ici tous les matins, sortir de la prison? - Tu es bien. Tu le vis autrement. Moi, je ne suis plus en détention toute la matinée. Je suis content, ils m'ont donné ma chance sans avoir de diplôme. Pour qu'il puisse demander une conditionnelle, la mère de ses enfants accepte de garder leur maison et d'en payer le loyer pendant encore deux mois. Mais à l'extérieur, il lui manque un travail. - Quand tu postules de ta cellule, tu écris une lettre de motivation à un patron, tu es obligé de lui dire que tu es en détention parce que sinon, s'il dit qu'il veux te voir demain, ce n'est pas possible. Actuellement, en détention, il la met sur le côté et prends la suivante. Donc c'est sûr que tu te mets déjà une balle dans le pied rien qu'en postulant. Tout est compliqué quand tu es en détention. - On n'est pas bien là quand même? Je pense à ma campagne, sincèrement. Ca me manque. Moi, j'adore. J'aime pas la ville. J'adore la campagne. C'est vrai que ça me manque. J'aime bien sortir de chez moi. Je vois que de l'espace vert. Tu vois ça, tu te dis que rien ne vaut la liberté. Même si tu n'as rien dehors, mieux vaut être dehors quand même. Je préfère n'avoir rien dehors, être à la rue que d'être enfermé dans neuf mètres carrés. Je suis presque à huit ans plein avec toutes les peines accumulées. 33 ans, ça fait un quart de ma vie en prison. Avec le recul, tu te demandes ce que tu aurais pu faire pendant ces huit années. Je n'ai pas vu mes enfants grandir à cause de ces bêtises. Les premiers pas du bébé, les premiers mots. La première fois que je suis rentré, je n'avais pas d'enfant. Tu ne le vois pas de la même façon. Mais là, depuis que j'ai les petits, ce n'est pas pareil. Les premiers clients arrivent. Parmi eux, le directeur du service d'insertion et de probation. Pour l'aider à trouver un emploi, il a démarché des entreprises. - Sur le principe, il serait prêt. C'est un patron qui a la fibre sociale. - Malgré mes efforts et mes démarches pour trouver du travail, ça n'a pas abouti de mon côté. Donc là, il a une piste sur une fabrique de tuiles ou de briquettes anciennes. Deux jours plus tard, le fabricant de tuiles a proposé un cdi à Jonathan. - Goûtes moi celui-là, c'est du fait maison. Bientôt, il pourra peut-être sortir complètement de prison. Pour renouer avec le monde extérieur, d'autres détenus. Ont monté une mini entreprise dans le centre de détention. Le but, c'est d'apprendre le fonctionnement d'une société. Les bénéfices sont versés à des associations caritatives. Parmi eux, des petites et des très longues peines. Pendant 4 heures, chaque jour de la semaine, ils ont eu l'autorisation de transformer une salle de classe en atelier de fabrication. Une prison, ça produit beaucoup de déchets. Ils ont demandé à la direction de recycler la paperasse administrative en papier à lettres. Ces techniques, ils les ont apprises tout seuls en tentant des expériences. Ils ont baptisé leur entreprise comme le héros d'une légende amérindienne devenue un emblème de l'écologie. - On fait des enveloppes, avec le petit papier d'écriture à l'intérieur. Et surtout, ce qui est très, très intéressant, c'est notre petit colibri. Il y eu un immense incendie dans la forêt. Tous les animaux terrifiés observaient, impuissants, le désastre. Seul le petit colibri s'activait, allant chercher quelques gouttes avec son bec pour les jeter dans le feu. Après un moment, le tatou, agacé par cette agitation dérisoire, lui dit:. - Colibri, tu n'es pas fou. Ce n'est pas avec ces gouttes d'eau que tu vas éteindre le feu. Et le colibri lui répondit:. - Je le sais, mais je fais ma part. Dernièrement, mon juge d'application des peines, je lui ai offert une enveloppe. Il était surpris. - On se retrouve en prison, c'est un fait. On n'est pas des taulards, on veut faire partie de la société. Et pour montrer qu'on peut faire partie de la société, il faut contribuer à faire quelque chose en prison. On veut sortir avec la tête haute. Voilà mon but à moi. Au bâtiment D, Damien, celui qui était confiné travaille aussi. Mais seulement à l'intérieur du module Respect. Il s'occupe du jardin. C'est l'une des activités proposées en prison. - Je ne vais jamais dans la grosse promenade. Je vais toujours ici. - Pourquoi vous n'y allez jamais? - Parce qu'il y a trop de gens. - Quel genre de problème vous avez eu? - Pour des histoires de drogue, tout ça. - Non, mais ici, justement? - Ici, on m'a forcé à rentrer des choses, je me suis fait attraper et j'ai dû rembourser. Ca crée des problèmes, ça fait pression sur ma famille pour rentrer des choses. Je ne suis pas en prison pour me mettre encore plus dans la panade. Je suis en prison justement pour me réinsérer et sortir au plus vite. Les humeurs et les émotions fluctuent au fil de la peine. Aujourd'hui, Damien va bien. Carole s'inquiète pour un autre détenu. Ce matin, il est resté enfermé en cellule. - Vous êtes serein ici. Ici, on arrive encore à vous préserver un petit peu. Ce n'est pas comme si vous aviez pris une arme pour aller les tuer. - Non, mais c'est pareil. - Non, c'est pas pareil du tout. C'est un accident. Vous êtes en train de payer ce que vous avez fait, arrêtez de vouloir payer plus. Contrairement à Rachid ou Jonathan, Eric refuse de demander une libération conditionnelle. Il y a trois ans, il a été condamné à cinq ans de prison ferme pour homicide involontaire. - Votre vie s'est arrêtée? - Oui. Ma vie s'est arrêtée le jour de l'accident. J'allais au travail, j'étais en retard et je roulais trop vite. J'ai perdu le contrôle de ma voiture, elle est partie en travers, j'ai percuté une moto et une voiture qui arrivaient en face. Les gens sur la moto sont morts. J'étais consommateur de cannabis occasionnel. J'avais fumé quatre jours avant. Et comme ça reste un mois dans le sang, j'étais positif. - Quand la peine est tombée, ça vous a paru beaucoup? - Non, je l'ai acceptée. Ils m'auraient mis six ans, je n'aurais rien dit. Huit ans, je n'aurais rien dit. J'ai rien dit, je n'ai pas parlé. - Pourquoi ne pas avoir demandé une conditionnelle? - Parce que je serai sorti trop tôt. Je ne voulais pas sortir trop tôt non plus. - Vous êtes le premier à me dire ça. - Oui, j'habite en prison, j'aurais pu sortir au tiers de la peine, mais je paye ma dette. Si j'avais été tout seul, je ne serais pas sorti. J'aurai été jusqu'au bout. Si je sors, c'est pour mes enfants et ma femme. - Vous croyez qu'un jour vous arriverez à vous pardonner? - On verra. C'est pas en leur donnant de l'argent aux gens... Ca change quoi de leur en donner? Ça change quoi? Change rien, ça ne les fera pas revenir. - Vous aviez quelle vie avant cet accident? - J'avais une vie normale. Je travaillais, ma femme aussi. Le weekend, on faisait des randonnées. Pas de sortie, pas d'alcool. Une vie pépère. Jusqu'au jour où j'ai fumé mon pétard. A Eysses, les peines s'échelonnent de 1 à 25 ans. Il y a même deux perpétuité. Braqueurs, tueurs, violeurs, Carol côtoie chaque jour ce qu'il y a de pire dans l'humain. - Je suis là pour l'aider à sortir, pas pour le juger. J'aime pas savoir ce qu'ils ont fait. Mais la plupart du temps, ils en parlent ouvertement. Donc ils vont venir vous voir et vous en parler. Même quand c'est des trucs horribles, il faut être aguerri quand même, parce que des fois, ce n'est pas sympa à entendre. Mais ça ne va pas entacher ma vision du détenu. Le seul moment où ma position va changer, c'est lorsque le détenu me dit: "Voilà, je suis là pour un délit sexuel ou autre" et qu'on va trouver un portable avec des images pédopornographiques. Là, ça va me déranger. J'en ai sorti un d'ici qui n'est pas resté très longtemps. On la sorti, je l'ai croisé à l'extérieur, devant les écoles. Et je sais ce qu'il va chercher dans les écoles, c'est regarder les enfants. Moi, je sais que je suis hyper protectrice parce que je ne veux pas que demain, ma fille, puisse faire confiance à qui que ce soit. Elle me dit que j'ai peur de tout. Non, je sais juste ce qui existe. C'est l'été et c'est l'effervescence au bâtiment B. Aujourd'hui, Rachid passe devant le juge d'application des peines. - Oh le gars, je ne suis pas encore dehors. - On te le souhaite et on l'espère. - Et toi, il faut que tu te bouges pour toi, je ne rigole pas. Il faut que tu te bouges pour un aménagement de peine. - Je vais me bouger. Je prépare mes vêtements pour cet après-midi. Une petite tenue adéquate, un petit polo avec un petit jean. - Comment tu l'as choisi ta tenue? - C'est pas moi qui l'ai choisi, c'est ma femme. Donc tout le monde est un peu stresse Mon petit c'est un adolescent, donc il faut que je sorte, c'est le moment. Il se cherche et il cherche son père. Il faut que je sorte pour m'occuper de lui. Et m'occuper de ma petite famille. - Ca fait combien de temps qu'ils t'attendent? - Quatre ans. Il y a trois sortes de libérations sous contrainte. Le placement sous bracelet électronique, la semi-liberté et il y a celle que Rachid demande, la conditionnelle simple. Permission, remise de peine, le juge d'application des peines est au centre de toutes les décisions. Il statue sur dossier, sauf pour les demandes de conditionnelle. Il reçoit alors le détenu lors d'une audience qu'on appelle débat contradictoire. Pour l'assister, Rachid a choisi une avocate d'un cabinet réputé d'Agen. Dans cette salle de réunion transformée en salle d'audience, le juge, la procureure et le directeur du service d'insertion et de probation. Ils représentent l'administration pénitentiaire. Le débat commence avec le rappel de son casier. Il comporte treize condamnations, notamment pour port d'arme et violence. - Les faits jugés par le tribunal correctionnel de Montpellier le 21 février 2017, donc la peine de sept ans, la plus importante, consistent en une organisation de convoyage de cocaïne, d'herbe et de résine de cannabis à Montpellier, dans laquelle vous aviez un rôle central et vous preniez une part prépondérante. Le tribunal a relevé en page 18 de son jugement, je cite entre guillemets: " La particulière mobilité d'un individu vivant officiellement des minima sociaux, mais se déplaçant en réalité régulièrement de jour et de nuit en Espagne, voire au Maroc. - Excusez moi Monsieur le juge. - Excusez moi, je vous donnerai la parole après. Il doit être précisé que lorsqu'il était incarcéré, dans un précédent établissement, il est intervenu pour aider un surveillant qui se faisait agresser par un détenu armé d'un couteau. C'est très positif. Vous reconnaissez votre participation à un trafic international de stupéfiants. Vous avez négocié un échéancier avec le service des douanes et vous réglez votre amende douanière de 133 000 euros à hauteur de 20 euros par mois. - Et là, j'ai augmenté à 50 euros par mois. - D'accord. Oui, parce que ça faisait un petit peu moins de 600 ans à régler. Le juge s'intéresse maintenant au projet de sortie de Rachid. Travail, hébergement, il passe tout au crible. - Les se rvices de police ont visité cet appartement type F4 avec trois chambres, le 11 avril 2018 et ont constaté qu'il est irréprochable mais bien tenu et propre. Donc une caution policière de la qualité du ménage. L'emploi qu'il a trouvé est donc un cdi à 1 200 euros par mois dans une entreprise de menuiserie. - Il ne s'agit pas d'un emploi créé spécialement pour vous et aucun diplôme n'est nécessaire pour l'occuper. Alors moi j'ai une petite question à poser au préalable. C'est la question de la distance entre le lieu d'hébergement situé à Montpellier et le siège social de situé à Carpentras. Si on regarde sur Mappy, 122 kilomètres nécessitant 2 heures de route,. Alors c'est vrai que vous n'allez peut-être pas travailler au siège social. Mais est-ce que vous allez avoir des chantiers à proximité de Montpellier? - Bien sûr. - Voilà, c'était la question qui se posait. - Aujourd'hui, vous allez vous retrouver avec un Smic. - Mais je suis prêt à travailler pour le Smic. - Qu'est-ce qui nous permet de savoir que cet appât du gain ne va pas resurgir puisque vous allez vous retrouver avec des revenus largement inférieurs à ce que vous pouviez avoir dans le trafic que vous avez organisé? - La liberté n'a pas de prix et aujourd'hui je suis prêt à travailler. Pour le SMIC, pour voir mes enfants grandir, pour être auprès de ma femme et pour reprendre, comme je vous l'ai dit, une vie normale. - Cette fois-ci, si vous êtes à nouveau sollicité, vous ne céderez plus à l'argent facile. - Non, j'y ai bien réfléchi, j'ai vraiment compris que c'est fini. Je n'ai plus de contact avec personne. - Vous n'avez pas pensé peut-être pouvoir vous éloigner un petit peu de Montpellier parce que c'est le lieu où vous avez commis la plupart des infractions pour lesquelles vous avez été condamné? - Je suis d'accord avec vous. J'ai déja trouvé un travail à Carpentras. J'ai fais un pas. Ensuite, je ne peux pas déplacer ma femme et les enfants puisque ils sont scolarisés, ma femme travaille. Je ne peux pas prendre ma famille et partir. Donc là déjà, j'ai un travail à Carpentras. Je vais voir ce que le patron me propose et par la suite éventuellement partir, bien sûr. C'est mon but. - Mais à Montpellier, il doit rester quand même pas mal de personnes que vous avez pu côtoyer dans vos anciennes activités délictueuses? Ça ne va pas être difficile de les éviter au quotidien? - Non, pas du tout, non. Je ne côtoie plus ces gens là. Donc pour moi, ils n'existent plus. - J'ai quand même aussi une ultime question. Est-ce que vous accepteriez un bracelet électronique probatoire à la conditionnelle? - Non! - Non. Parce que le bracelet électronique ne peut être posé qu'avec l'accord de la personne. On est bien clair. Mais le risque, c'est que si je considère pendant mon délibéré que c'est une mesure qui est indispensable, je n'aurai pas d'autre choix que de vous refuser la conditionnelle. - C'est pas grave monsieur le juge, je ferai une prison pleine. - Bon. On va voir. Monsieur, avez vous quelque chose à ajouter? - Écoutez, faites moi confiance. C'est tout ce que j'ai à vous dire. - Bien. Voilà Monsieur, vous pouvez y aller. - Merci. Au revoir et bonne journée. Rachid refuse les contraintes horaires d'un bracelet électronique. Deux autres éléments jouent en sa défaveur. - Ça ne sent pas bon. Ses multiples récidives et son retour à Montpellier, la ville où il a commis ces délits. - Surveillante, j'ai eu l'impression de me refaire juger, alors que j'ai fait sept ans de prison. Je suis en train d'en refaire quatre. Ca me rend fou. - C'est ce que nous disent tous les détenus. - Vous voulez quoi en fait? Vous ne voulez pas qu'on sorte. Quinze jours plus tard, le juge lui a accordé sa conditionnelle. La procureure a fait appel. - Le but est d'éviter ce que l'on appelle des sorties sèches. C'est-à-dire des sorties sans aucune forme de suivi judiciaire. Est-ce qu'ils ont des idées de vengeance? Quel est leur projet? De quoi vont-ils vivre? On n'en sait rien du tout. Si une personne est condamnée à trente ans et elle sait qu'elle fera 30 ans quoi qu'il arrive, pourquoi est-ce qu'elle se tiendrait bien? Pourquoi est-ce qu'elle se soignerait? Pourquoi est-ce qu'elle indemnisera la victime? Pourquoi est-ce qu'elle répondrait bien aux surveillants? Elle n'a aucune raison puisque de toutes façons, quoi qu'elle fasse, elle fera 30 ans. Tandis que si une personne se tient bien, obtient des réductions supplémentaires de peines, c'est un peu la carotte. Après Rachid, c'est au tour de Jonathan de passer en débat contradictoire. - C'est la salle des fumeurs. Ces passages devant le juge sont toujours des moments tendus, surtout quand ils sont nombreux à être convoqués comme ce jour là. Avec Jonathan, il y a Eric, celui de l'accident de la route. Il a fini par demander à sortir sous bracelet. Tu passes une heure et demie ici, tu fumes un paquet. La salle est glauque. Tu n'as pas les sous pour te faire représenter, alors tu resteras en prison. C'est triste mais c'est la réalité. Tu n'as qu'a travailler au lieu de voler. Pardonnez peut-être, oublié jamais, car la justice ne t'oublie jamais. Ta mère non plus. - On dit toujours que tout ce que tu écris, tu viendra l'effacer un jour. Tu reviens un jour l'effacer. Ça ne sert à rien d'écrire sur les murs. Après cette peine, je n'ai plus rien, plus de mise à l'épreuve, plus de sursis. J'aurais vraiment envie de passer à autre chose. Là, sur cette peine, ça m'a vraiment coûté cher. Ca m'a coûté ma compagne, mon couple et quatre ans de prison. - Ça rend violent la prison aussi. A tourner en rond, des fois on devient fou. - Vous passez votre temps à attendre. Comme Rachid, Jonathan va voir défiler toute sa vie. 20 minutes plus tard, le juge et la procureure décident de lui faire confiance, à condition qu'il se procure un véhicule pour se rendre à son travail. - Au final, tous favorables. Il y a le fait que c'est le premier CDI de ma vie. Donc forcément, tu as envie de tout faire pour le garder. Il faudra le papier d'achat de la voiture. - Tu respires? - Oui. Encore une semaine. Deux semaines plus tard, un ami de Jonathan lui a trouvé une voiture d'occasion. Au bâtiment D, Carol l'attend pour procéder à l'inventaire de sa cellule. Aujourd'hui, il va être libre. - Il est dans quel état? - Stressé. Les deux premiers mois sont les plus durs parce qu'il n'y a pas d'argent, le temps que tout se mette en route. C'est très compliqué donc les deux premiers mois sont les plus critiques. C'est ou ça passe ou ça casse. - Bon, tu as tout là. Les couverts. Torchons, serviettes. Un drap, une couverture. Jonathan a dû indemniser les parties civiles et aider la mère de ses enfants. Dehors, il doit encore payer la voiture que son ami a trouvée. - C'est vrai que du coup je sors avec 750 euros, je donne 700 euros pour la voiture, et il me reste seulement 50 euros. Mais après je suis très minimaliste, je vis avec presque rien. J'ai toujours vécu avec le minimum et ça me convient. 50 euros, c'est peu d'argent pour reconstruire sa vie. - La petite étiquette sur laquelle ils mettent ton nom et ton numéro d'écrou quand tu vas à l'hôpital. - Pourquoi tu enlèves ton nom? - Parce que ce n'est plus chez moi. Je vais descendre en bas. Prends soin de toi. - Je peux te donner un conseil? Reste dehors. Merci à toi Carole de m'avoir pris dans votre bâtiment. Ça a été compliqué. - De nous avoir supporté surtout. - On ne m'a jamais autant tendu la main qu'ici dans toute ma vie. - Maintenant il faut rester dehors. - Ca fait quoi de voir partir le détenu? - Ça fait toujours plaisir. Le but, ce n'est pas de les garder toute leur vie. Non, ça fait du bien. Il fait partie des gens qui sont arrivés en priorité. C'est-à-dire qu'il fallait un peu l'extraire des bâtiments. Donc oui, il était un peu surexcité. Il n'arrivait pas se poser en fait. Et puis ne pas savoir ce qu'il allait faire, c'était compliqué. - Le mitard m'a bien fait réfléchir aussi. J'ai fait cinq jours au mitard, ça m'a bien servi de leçon. C'est un livre qui se ferme. On va en ouvrir un autre. Déjà, un nouveau détenu prend sa place. - Ton frigo tu me le laisses? - C'est votre pote qui est à la sortie? - Tout à fait. - Bonne continuation. - Merci Carole. Cet ami venu le chercher est l'un des rares qu'il lui reste après ses deux ans de prison. C'est lui qui a trouvé une voiture pour répondre à la demande du juge. Il emmène Jonathan la chercher. Pendant ce temps, un autre détenu doit dire au revoir à sa famille. - Tu viendra au parloir? Après cinq jours de permission, Jackson retourne en prison. - Je prends ma petite fille à moi. A nouveau, il doit quitter les femmes de sa vie. - Ça fait mal au cœur. Vite, vite que je sorte. - C'est dur parce que quand il reste à la maison un moment, on s'habitue. Mais je ne peux pas le garder avec moi et c'est mieux pour lui qu'il puisse rentrer. Mais on ne se voit pas en cavale avec des enfants, c'est pas possible. On aimerait le ramener avec nous, mais on ne peut pas. A 40 kilomètres, Jonathan roule vers chez lui dans sa nouvelle voiture. - Ca m'avait manqué quand même. J'ai envie de faire plein de choses aujourd'hui. Je sais que je ne pourrais pas tout faire. C'est comme ça. Mes enfants, je vais aller les voir après en récupérant mes affaires. Comme de nombreuses personnes qui ont connu la prison, il a préféré s'éloigner du bruit et du monde. - Il y a trop de tentations. Là, je suis bien. Ma nouvelle vie commencera quand j'aurai fini ma conditionnelle. Voilà mon chez moi. On y est. C'est la maison. Sa maison est un ancien presbytère qu'il loue 380 euros par mois. Quand il s'est fait arrêter, la mère de ses enfants est retournée vivre chez ses parents. Elle ne supportait plus d'être seule dans cette campagne isolée. - Bienvenu à la maison. Personne n'est venu ici depuis deux ans. Le temps s'est suspendu. - Je n'ai plus de lumière nulle part. Pour l'instant, il n'y a pas de lumière. Je ne sais pas pourquoi. Avec sa maison, Jonathan retrouve sa dégaine. - Oh! La cuisine ça marche! Juillet 2017. Je suis rentré en janvier. Tomates pelées. 31 décembre 2018. C'est mort. Oh, c'est quand même violent. Je suis chez moi, bon sang. Il en a fallu du temps pour revenir. C'est vrai que ça fait du bien, ça fait du bien d'être chez soi. Ce qui ne va pas me manquer, c'est la clé. Je fais ma petite vie de tous les jours, comme avant. Sauf qu'il n'y a pas mes enfants. Je vais aller les voir. Ca va me faire du bien. Et de savoir que je vais pouvoir aller les voir quand je veux. demain, après demain, dans dix jours. Tout le vécu que j'ai eu me servira à l'éducation de mes enfants. La rue, le foyer, la prison. Je vais tout faire pour qu'ils ne passent pas par là. Un mois plus tard, Jonathan à rencontré une nouvelle fiancée. Il a quitté son CDI et enchaîne les boulots qu'il aime, cuistot, chauffeur livreur, DJ. La conditionnelle de Rachid lui a été refusée en appel. Il ira jusqu'au bout de sa peine. Il devrait sortir dans un an. Dans sa nouvelle cellule, Kevin brave encore la loi. Il commence à faire des affaires. Végétarien, il monnaye même l'usage de son frigo. - Tu demandes quoi en échange? - Une cantine ou deux. Damien, lui, s'est encore fait prendre. - Ce matin je suis allée à l'infirmerie, fouille de cellule et ils ont trouvé le téléphone et le chargeur. Cette fois, il a été exclu du bâtiment D. Mais trois mois plus tard, il est sorti de prison. Les Colibris de la mini entreprise ont remporté un concours organisé entre plusieurs prisons. Ils ont gagné un prix de l'insertion. Quant à Leiwen, elle a six mois. Condamné à huit ans de prison, son père a demandé une libération sous bracelet. Elle lui a été refusée. - Moi, je n'en vois pas la fin. Il me dit que j'irai mieux quand il sera dehors. - Ca fait combien de temps? - Deux ans. - Et tu es prête à l'attendre combien de temps? - Jusqu'à la fin.