Los ataques de ansiedad son a veces interpretados,por la sociedad en general, pero también por sus confundidas,culpables o avergonzadas víctimas, como una enfermedad cercana a la locura. El resultado de un defecto químico en el cerebro que nos hace cortar lazosde la realidad de la normalidad. Por lo tanto, el tratamiento sugerido es médico, que implica intentos contundentes para disminuir y anestesiar partes de la mente que falla. Aún así, tal interpretación, aunque con buena intención, depende de la suposición de que la reacción normal a las condiciones de la existencia deben ser tranquilas. Pero, ¿por qué debería serlo,dado la locura obvia del mundo? La causa fundamental de un ataque de ansiedades la sensibilidad hacia una locura en el mundo que la mayoría de las personas amortigua. Por supuesto, una vez que lo piensas, es completamente comprensible que uno puedatener un ataque de ansiedad en una fiesta, hablando con un compañeroo en un tren lleno de gente. Hay un terror genuino bajo la superficie de esas cosas. En su gran novela, "Middlemarch",la escritora del siglo 19, George Eliot, una figura sumamente consciente de sí misma,pero también dolorosamente cohibida y ansiosa, reflexionó sobre cómo sería si fuéramos verdaderamente sensibles, abiertos al mundo y sintiéramoslas implicaciones de todo. "Si poseyéramos agudeza de visión y sentimientode toda la vida humana ordinaria, sería como escuchar crecer la hierbay latir el corazón de las ardillas, y nos mataría ese fragor quese extiende al otro lado del silencio. No siendo este el caso, los más ágiles de entre nosotros caminamos bien pertrechados de estupidez." Es a la vez, como lo reconoce Eliot, un privilegio y una pesadilla profundaescuchar esa hierba crecer y el latido de esa ardilla, y por extensión, sentir todo tan profundamente. Bien podríamos, como ella hacía a veces, desear estar un poco más "pertrechadosde estupidez" para bloquearlo todo. Sin embargo, las líneas de Eliot nos ofrecenuna manera de reinterpretar nuestra ansiedad con mayor dignidad y benevolencia. Nuestros ataques de ansiedad surgen de una dosisde claridad que es, en ese momento, demasiado poderosa para poder lidiar con ella,pero no por eso está mal. Sentimos pánico porque apropiadamente sentimosqué tan estrecha es la apariencia de la civilización, qué tan misteriosas son otras personas, qué tan improbable es que existamos siquiera, cómo todo lo que parece importar ahoraeventualmente será destruido, qué tan aleatorias son muchasde las vueltas de nuestras vidas, el que seamos presas de accidentes. La ansiedad es sólo percepción a la que aúnno le hemos encontrado un uso productivo, que aún no ha logrado llegar al arte o a la filosofía. Es un mundo loco que insisteque los ansiosos son los locos. Tenemos tanta prisa en ver a la ansiedadcomo una enfermedad que fracasamos en darnos cuenta de su saludy su casi sabiduría distintiva. Es una respuesta legítima hacia la rareza de ir a fiestas, usar el transporte público,o más ampliamente, estar vivo. Nunca debemos agravar nuestro sufrimiento tratando de rechazar agresivamente nuestra inquietud. Nuestra ansiedad no es deplorableo una señal de debilidad. Es simplemente la expresión justificablede nuestra participación misteriosa en un mundo desordenado e incierto. Publicamos nuevos videos cada semanaque invitan a la reflexión. Asegúrate de suscribirte a nuestro canal y echar un vistazo a lo que tenemospara ofrecer en el link de tu pantalla.