Traductor: Melissa HernandezRevisor: Eduardo Sierra Vivimos en un mundo increíblemente atareado. El ritmo de la vida suele ser frenético, nuestras mentes están siempre ocupadas, y siempre estamos haciendo algo. Así que con eso en mente, me gustaría que tomen un instante para pensar, ¿cuándo fue la última vez que dedicaron un momento para no hacer nada? ¿Tan solo 10 minutos, ininterrumpido? Y cuando digo que es nada, me refiero a nada. O sea, no enviar correos electrónicos, mensajes de texto, no Internet, no ver televisión, no charlar, no comer, ni leer, ni siquiera sentarse a recordar el pasado o planear para el futuro. Simplemente sin hacer nada. Veo un montón de caras sin expresión. (Risas) Lo que creo es que probablemente tengan que ir muy atrás. Y esto es algo extraordinario, ¿verdad? Estamos hablando de nuestra mente. La mente, nuestro más valioso y precioso recurso, a través de la cual experimentamos cada momento de nuestra vida; la mente de la que dependemos para ser felices, satisfechos y emocionalmente estables como personas, y a la vez para ser amables y atentos y considerados en nuestras relaciones con los demás. La misma mente en la que dependemos para concentrarnos, ser creativos, espontáneos, y para desempeñar nuestro mejor esfuerzo en todo lo que hacemos. Y, sin embargo, no tomamos ningún tiempo para cuidarla. De hecho, pasamos más tiempo cuidando de nuestros coches, nuestra ropa y nuestro pelo que de... bueno, tal vez no el pelo, pero ven a lo que me refiero. El resultado, por supuesto, es que nos agobiamos. Saben, la mente se la pasa zumbando como una lavadora dando vueltas y vueltas, un montón de emociones difíciles y confusas, y no sabemos muy bien cómo lidiar con eso, y la triste realidad es que estamos tan distraídos que ya no estamos presentes en el mundo en el que vivimos. Perdemos las cosas que son más importantes para nosotros, y lo increíble del caso es que todo el mundo supone, bueno, así es la vida, así que tenemos que seguir adelante con ella. En verdad no tiene que ser así. Así que yo tenía unos 11 años cuando fui a mi primera clase de meditación. Y créanme, tenía todos los estereotipos que se puedan imaginar, el sentarse en el suelo con las piernas cruzadas, el incienso, el té herbal, los vegetarianos, todo el asunto, pero mi mamá iba y me intrigó, así que fui con ella. También había visto unas cuantas películas de kung fu, y en secreto como que pensaba que podría aprender a volar, pero yo era muy joven en ese entonces. Ahora, mientras estaba allí, supongo, como mucha gente, supuse que era sólo como una aspirina para la mente. Uno se estresa, y hace un poco de meditación. Yo no había pensado que podría ser en cierto modo preventivo por naturaleza, hasta que tuve unos 20 años, cuando ocurrieron una serie de cosas en mi vida en muy rápida sucesión, cosas muy graves que en cierto modo voltearon mi vida al revés y de repente estaba inundado de pensamientos, inundado de emociones difíciles que no sabía como enfrentar. En cada ocasión como que me sumergía en una, en otras como que emergía de nuevo. Fue una época verdaderamente muy estresante. Me imagino que todos lidiamos con el estrés de maneras diferentes. Algunas personas se encierran en su trabajo, agradecidos por la distracción. Otras recurren a sus amigos, su familia, en busca de apoyo. Algunos se dan a la bebida, empiezan a tomar medicamentos. Mi manera de lidiar con él fue convertirme en monje. Así que dejé mi carrera, mi dirigí a los Himalayas, me convertí en monje, y empecé a estudiar la meditación. La gente a menudo me pregunta sobre lo que aprendí de esa época. Bueno, es obvio que las cosas cambiaron. Seamos realistas, el convertirse en un monje célibe va a cambiar una serie de cosas. Pero era más que eso. Me enseñó... me dio una mayor apreciación, un entendimiento del momento presente. Con esto lo que quiero decir es no perderse en pensamientos, no estar distraído, no abrumarse por emociones difíciles, sino aprender a estar en el aquí y ahora, cómo ser consciente, cómo estar presente. Creo que el momento presente es tan subestimado. Suena tan ordinario, y sin embargo nos pasamos tan poco tiempo en el momento presente que es todo, menos ordinario. Hubo un trabajo de investigación que salió de Harvard, recientemente, que dice que en promedio nuestras mentes se pierden en pensamientos casi 47% del tiempo. Cuarenta y siete por ciento. Al mismo tiempo, este tipo de constante vagabundeo de la mente también es una causa directa de la infelicidad. Ahora, no estamos aquí por mucho tiempo de todos modos, pero gastar casi la mitad de nuestra vida perdidos en pensamientos y potencialmente muy infelices, no sé, es sólo que parece un tanto trágico, en realidad, especialmente cuando hay algo que podemos hacer al respecto, cuando hay una técnica positiva, práctica, realizable, y científicamente comprobada que permite que nuestra mente sea más saludable, para ser más consciente y menos distraídos. Y lo mejor de todo es que a pesar de que sólo toma unos 10 minutos al día, impacta nuestra vida entera. Pero tenemos que saber cómo hacerlo. Necesitamos un ejercicio. Necesitamos un marco para aprender a ser más conscientes. Eso es esencialmente lo que es la meditación. Es familiarizarnos con el momento presente. Pero también tenemos que saber cómo acercarnos de forma correcta para obtener lo mejor de ella. Y para eso es que son estos, en caso de que se hayan estado preguntando porque la mayoría de la gente supone que la meditación tiene que ver con detener los pensamientos, deshacerse de las emociones, de alguna manera controlar la mente, pero en realidad es bastante diferente de eso. Se trata más de dar un paso atrás, ver claramente el pensamiento, viéndolo ir y venir, el vaivén de las emociones sin juzgar, pero con una mente relajada y concentrada. Así, por ejemplo, ahora mismo, si me concentro demasiado en las bolas, entonces de ninguna manera voy a poder relajarme y hablarles al mismo tiempo. Igualmente, si me relajo demasiado hablándoles, entonces no hay manera de que pueda centrarme en las bolas. Las voy a dejar caer. Ahora en la vida y en la meditación, habrá veces cuando la concentración se vuelve un tanto muy intensa, y la vida se empieza a sentir un poco como esto. Es una manera muy incómoda de vivir la vida, cuando uno se pone así de tenso y estresado. En otras ocasiones, podemos aflojar el paso en exceso, y las cosas se convierten en una especie como de esto. Por supuesto, en la meditación (ronquidos) vamos a terminar durmiéndonos. Así que estamos buscando un equilibrio, una relajación enfocada donde podemos permitir que los pensamientos vayan y vengan sin toda la participación de costumbre. Ahora, lo que suele ocurrir cuando estamos aprendiendo a ser concientes es que nos distraemos por un pensamiento. Digamos que este es un pensamiento inquieto. Así que todo va bien, y luego vemos el pensamiento inquieto, y decimos: "Oh, no me di cuenta que estaba preocupado por eso". Vuelves a él, lo repites; "Oh, estoy preocupado. Oh, realmente estoy preocupado. Guau, hay tanta inquietud". Y antes de darnos cuenta, verdad, estamos inquietos de sentirnos inquietos. Ya saben, es una locura. Lo hacemos todo el tiempo, incluso a nivel cotidiano. Si piensan en la última vez que, no sé, tuvieron un diente tambaleante. saben que tambalea, y saben que les duele. Pero ¿qué hacen cada 20, 30 segundos? (Murmurando) Sí que duele. Y reforzamos el cuento, ¿no? Y nos seguimos diciendo a nosotros mismos, y lo hacemos todo el tiempo. Y es sólo con aprender a observar la mente de esta manera que podemos empezar a dejar ir esos cuentos y patrones de la mente. Pero cuando se sientan y ven la mente de esta manera, pueden ver muchos patrones diferentes. Pueden encontrar una mente que es muy inquieta todo el tiempo. No se sorprendan si sienten su cuerpo un poco agitado cuando se sientan a hacer nada y su mente se siente de esa manera. Pueden encontrar una mente que es muy insípida y aburrida, y es sólo, casi mecánica, que parece como si sólo se levantas, van al trabajo, comen, duermen, se levantan, trabajan. O puede ser ese pequeño pensamiento molestoso que sólo da vueltas y vueltas y vueltas por su mente. Bueno, sea lo que sea, la meditación ofrece la oportunidad, la posibilidad de dar un paso atrás y obtener una perspectiva diferente, ver que las cosas no siempre son lo que parecen. No podemos cambiar cada cosa que nos sucede en la vida, pero podemos cambiar la forma en que lo experimentamos. Ese es el potencial de la meditación, de la atención plena. No tienen que quemar incienso, y definitivamente no tienen que sentarse en el piso. Lo único que tienes que hacer es sacar 10 minutos al día para dar un paso atrás, familiarizarte con el momento presente para que puedan experimentar un mayor sentido de concentracion, calma y claridad en tu vida, Muchas gracias. (Aplausos)